La creatividad de Neil Gaiman es un pozo sin fondo, un animal
voraz. Se mueve como un todoterreno ante cualquier situación, ya sean cómics,
guiones de televisión, novela, cuentos infantiles e incluso poesía. Cuando te
salen las ideas a presión de tu cabeza, muchas mueren sin llegar a
desarrollarse, quedando sin evolucionar como un pokemon de poco nivel (toma referencia
de moda), así que el uso del cuento como forma de almacenar y dar vida a esas
ideas resulta clave. No todas las tramas dan para una novela de 400 páginas y
una adaptación audiovisual, pero si para una satisfactoria narración de 30
páginas y conseguir que salga de tu cabeza para dejar hueco a las nuevas.
El problema viene cuando las editoriales no están conformes
con publicar recopilaciones de cuentos, dicho por el propio Gaiman en el
brillante prólogo de Material sensible.
Quedan relegadas a caprichos excéntricos de autores más o menos consagrados o a
editoriales pequeñas que luchan contra viento y marea para traernos material
nuevo (si, hablo de Fata Libelli, como no). Material
sensible se engloba dentro de la primera categoría. Gaiman es un escritor
con una legión fiel de seguidores, varias adaptaciones a sus espaldas (atención
a la llegada a la Tv de American gods
dentro de unos meses; tráiler de la Comic
con de éste año aquí); un renombre a prueba de balas, vamos. Ésta no es su
única recopilación de relatos: Humo y
espejos nos llegó en 1999, a través de Norma y Objetos frágiles diez años después, con Roca, al igual que El cementerio sin lápidas (2012). También
hay que tener en cuenta que la habilidad de Gaiman como narrador de relatos se
puso a prueba con la serie de comic The
Sandman (Vertigo, editada en
España por ECC) y sus numerosas incursiones en el terreno de la literatura
infantil, además de sus escarceos con otras formas de comunicación como guiones
de televisión (para Doctor Who, por
ejemplo) o sus lecturas y actuaciones teatrales. Un hombre del Renacimiento.
Pero a lo que íbamos: Material
sensible es su última recopilación de relatos en castellano que reúne 24
cuentos y poemas, 25 si tenemos en cuenta la Introducción que, en éste caso se puede considerar un relato más por
su contenido. Como en todos los libros de esta índole, de tantos relatos y que
llega a las casi 400 páginas, tenemos un poco de todo, en temática, desarrollo
y calidad, pero en conjunto el nivel es bastante alto.
A Gaiman siempre me lo imagino así. Manías. |
En los 24 relatos siguientes, Neil Gaiman se atreve con
todo, recurriendo a sus mundos y pesadillas favoritas. Cuentos fantásticos algo
retorcidos, narraciones de encargo,
una vuelta al mundo de American gods,
poemas… todo entra dentro del saco y aunque parezca imposible, el mix funciona. Gaiman tiene un toque
especial, casi mágico, para conferir vida a sus escritos en mundos fantásticos
íntimamente unidos a nuestra realidad. Material
sensible resulta un regalo para aquellos que somos fans del autor pero también
cumple como carta de presentación para aquellos que nunca hayan leído nada del
escritor inglés.
Detalle de la portada anglosajona. |
En el conjunto hay relatos que funcionan mejor que otros. El
arranque con Un laberinto lunar y Lo que pasa con Cassandra es
inmejorable; un relato de fantasía y terror y otro de un imposible suspense
psicológico con una elegante finta final. Ambos relatos suponen un buen ejemplo
de lo que consigue Gaiman con sus escritos, esa habilidad para transportarte a
lugares prohibidos, oscuros o luminosos, pero con alguna raíz enterrada en la
realidad. En el resto de la colección destacan “La verdad es una cueva en las montañas negras…” de fantasía a muy
alto nivel; Naranja o como completar
un relato a base de respuestas de cuestionario; Un calendario de cuentos donde Gaiman desarrolla mínimamente doce
ideas geniales; El caso de la muerte y la
miel con una visita al universo de Sherlock Holmes en relación con la
excelente película Mr. Holmes (Bill
Condon, 2015); Clic-Clac, el sonajero
con Gaiman disfrazado del Stephen King de El
umbral de la noche; Las nada en punto,
con el Undécimo Doctor en un excelente capítulo de la serie o Black dog con el interés de volver a ver
a Sombra después de American Gods. Tampoco
se quedan atrás El hombre que olvidó a
Ray Bradbury, Un conjuro contra la
curiosidad, Terminaciones femeninas
o En Relig Odhràin. Resulta difícil
dejar alguno atrás (como el estupendo díptico de variaciones de cuentos
populares que forman Ceñirse a las
formalidades y La joven durmiente y
el huso) cuando el nivel general está tan alto. Incluso se agradecen las
incursiones poéticas que se pueden utilizar como descansos entre tanto relato estupendo (si, la poesía no es lo mío…).
Material sensible
es un buen ejemplo de lo que es Neil Gaiman como creador y eso no es poca cosa.
La colección de relatos que edita Salamandra en castellano, en una edición con
una portada llamativa, grafismos en los títulos de cada relato y un buen trabajo
de traducción (incluso en relatos con universos propios como el de Doctor Who), resulta esencial para los
seguidores de Gaiman y un excelente regalo para aquellos a los que queramos convertir. 25 relatos con mucha calidad
y poco relleno, que te hacen deambular entre la luz y las sombras, en el
trabajo de un autor que genera ideas con una facilidad y una abundancia pasmosa.
Lo hace tan sencillo que parece tan simple y natural como respirar, casi un juego.Un capricho
de genio.