La chica del tren es uno de esos extraños fenómenos que aparecen un par de veces al año. Basado en un best seller, de esos que encuentras en cualquier sitio, desde librerías a gasolineras y que a cada nueva edición amplían la faja del libro con una cifra creciente de millones de lectores, no resulta más que el típico thriller de sobremesa, con un misterio central que cualquier espectador resolverá antes del final y un tono soso durante todo el metraje.