Hay un ligero problema a la hora de calibrar el enfoque de una reseña: el tema de la emoción.
O, por lo menos, en mi caso.
Siempre trato de balancear la emoción, de evitar que se desate, para intentar encontrar un punto intermedio entre el entusiasmo y lo que se supone que debería ser una especie de reseña o crítica literaria.
Luego se me pasan las ínfulas, recuerdo que esto es un blog personal sin mayor interés que hablar de lo que me gusta y me permito tratar cada novela acorde a lo que me despierta.
¿A qué demonios viene este rollo?
A que me resulta casi imposible hablar sobre El imperio de los condenados de Jay Kristoff, segunda entrega de la trilogía que arrancó con El imperio del vampiro, sin recurrir a la emoción.
No puedo ser cerebral (ni quiero) con una segunda entrega que mantiene (en pocos aspectos) o mejora (en lo demás) todo lo visto en su primera parte, con una galería de personajes magnífica, acción, sangre, romance y terror a zarpazos en sus más de 900 páginas.
No puedo ser cabal con un lanzamiento que, para mí, supone un fenómeno absoluto.
Y ahora que tenéis claro que la novela se lleva mis 5 estrellas, mi 10 sobre 10, voy a hablar un poquito sobre las virtudes, sin destripes, de este segundo libro.
Bienvenidas, bienvenidos, al segundo paseo por las memorias de Gabriel de León, el último de los Santos de Plata.
O, por lo menos, en mi caso.
Siempre trato de balancear la emoción, de evitar que se desate, para intentar encontrar un punto intermedio entre el entusiasmo y lo que se supone que debería ser una especie de reseña o crítica literaria.
Luego se me pasan las ínfulas, recuerdo que esto es un blog personal sin mayor interés que hablar de lo que me gusta y me permito tratar cada novela acorde a lo que me despierta.
¿A qué demonios viene este rollo?
A que me resulta casi imposible hablar sobre El imperio de los condenados de Jay Kristoff, segunda entrega de la trilogía que arrancó con El imperio del vampiro, sin recurrir a la emoción.
No puedo ser cerebral (ni quiero) con una segunda entrega que mantiene (en pocos aspectos) o mejora (en lo demás) todo lo visto en su primera parte, con una galería de personajes magnífica, acción, sangre, romance y terror a zarpazos en sus más de 900 páginas.
No puedo ser cabal con un lanzamiento que, para mí, supone un fenómeno absoluto.
Y ahora que tenéis claro que la novela se lleva mis 5 estrellas, mi 10 sobre 10, voy a hablar un poquito sobre las virtudes, sin destripes, de este segundo libro.
Bienvenidas, bienvenidos, al segundo paseo por las memorias de Gabriel de León, el último de los Santos de Plata.