Reseñas

miércoles, 15 de junio de 2022

Reseña de "Tumbas vacías" - Tony Jiménez / Khabox Editorial

Llegué tarde a la fiesta de "Cinco tumbas sin lápida". O, quizás, llegué en el momento oportuno. 
¿Quién sabe?
Ya había leído a Tony Jiménez con anterioridad (sus títulos con Dilatando Mentes y "Casa de sombras") pero cuando cayó en mis manos, a finales del año pasado, la reedición de la (entonces, descatalogada) primera entrega de las desventuras de George Campbell por Shelter Mountain, me voló la cabeza.
"Tumbas vacías" es la continuación directa de ese título pero, aunque en Shelter Mountain ha pasado un año, en nuestra realidad han pasado muchos más.
Y en el arte de Tony Jiménez, ni os digo. 
Hay un elemento que permanece invariable, inalterable: el delicioso encanto de lo oscuro. 
Y ahí, en ese terreno frío y desolador, Shelter Mountain es invencible.


El argumento. 

Todo vuelve en Shelter Mountain…
Todo vuelve a Shelter Mountain…

Mark Knowby, el nuevo sheriff del pueblo, lo sabe muy bien, aunque los nuevos asesinatos que se suceden lo confirman. Similares a los cometidos un año antes, las únicas pistas que tiene son varios cadáveres despedazados y pruebas que conducen a un hombre: George Campbell. El escritor deberá enfrentarse a los fantasmas que dejó atrás, aquellos a los que no pudo plantar cara, regresando una vez más al lugar donde las pesadillas viven y desean que se una a ellas.
Una intensa continuación de "5 tumbas sin lápida" , más oscura, sangrienta y terrorífica.

Antes de empezar... 

No suelo construir así las reseñas pero, en esta ocasión, voy a hacer una excepción. 
Primero, los aspectos menos positivos. 

Mi principal problema reside en la maquetación del texto. La edición es sólida, con una portada maravillosa, buen papel, resistente y flexible... pero el texto está demasiado apretado. 
Para mi gusto, claro. 
Muchas líneas por página, que me generaron un leve estrés visual.

Este hecho está relacionado con la forma de narrar de Tony. En su evolución y su acercamiento a "Tumbas vacías", el escritor opta por potenciar la atmósfera, en generar sensaciones a las mentes lectoras (oscuras, en su mayoría). Hay muchos pasajes descriptivos, con un desarrollo más lento, relatando concienzudamente detalles de historia, ambiente, procesos mentales, etc. Y eso, claro está, aumenta muchísimo la cantidad de texto escrito en unas páginas que están bastante saturadas de información. 

También quiero ponerme un poco reivindicativo. Esa situación con la maquetación puede ser herencia de un sistema que obliga a las editoriales y autores pequeños a tomar ese tipo de decisiones para sacar proyectos adelante. De ahí la importancia de apoyar editoriales pequeñas e independientes y a vuestros autores y autoras favoritos. Es tremendamente importante. 

Y ahora viene lo peor.
Agarraos... 
Salvo algunos leves errores de letras que bailan... no tengo ningún aspecto negativo más que comentar. 
"Tumbas vacías" me atrapó desde el inicio hasta el final, deseando que no terminase nunca. 
Y sí, ahora empieza la fiesta. 

Segundas partes... 

¿Cómo se gestiona una segunda parte? 
Debe ser complicado, la verdad. 
Y más cuando ha pasado tiempo y tu estilo se ha pulido. 
Y más aún cuando "Cinco tumbas sin lápida" iba siempre con el acelerador pisado a fondo. 

Me sorprendió la opción que maneja Tony Jiménez para "Tumbas vacías". 
Para bien, claro. 
Sin entrar en spoilers, el final de "Cinco tumbas sin lápida" apuntaba a una situación bastante dirigida. Lineal, si preferís. Lo que construye Tony Jiménez en esta segunda parte arranca tomando distancia. Si antes estábamos mirando Shelter Mountain con un microscopio, Tony ha cambiado la lente, ganando amplitud. 
Eso hace que la historia se ramifique, con la presencia de nuevos personajes (para suplir el alucinante parte de bajas de la entrega anterior) y que el foco cambie de George Campbell a una novela más coral. 

Nuestro anterior paseo por Shelter Mountain ya dejó claro que el pueblo estaba vivo, lleno de historias, lugares y personajes. En "Tumbas vacías" esa sensación crece exponencialmente: más personajes, más historias, más leyendas. 
Y más vida (o no vida, vete tú a saber...). 
Ese crecimiento va ligado a una galería en desarrollo. Da igual que solo tengan unas líneas o sean co-protagonistas, Tony Jiménez crea unos personajes tridimensionales, vivos, llenos de vivencias que, a su vez, desembocan en otras historias. 

Al final, les enseñó que a veces la oscuridad no caía ante la luz, sino al ser absorbida por una negrura aún peor.

Además de un enorme elenco de secundarios,que cumplen con la misión de dar vida a Shelter Mountain, en "Tumbas vacías" tenemos unos nuevos personajes principales que funcionan a la perfección. El sheriff Knowby, con su estricto (aunque justo) código, Wes Blackmore o Mia Sutherland son los principales. 
Sin entrar en detalles, Tony Jiménez va introduciendo estas nuevas caras en puntos estratégicos de la novela, poco a poco, dejándoles espacio para desarrollarse.
 
Me fascina la manera en la que el escritor trabaja con sus personajes. Los habitantes de Shelter Mountain se definen a sí mismos a través de sus acciones, transmitiendo una sensación muy potente de realidad (el episodio de Knowby con la foto es un ejemplo muy claro de lo que intento explicar). 

Si ya tenemos una ambientación y una galería de personajes funcionando a la perfección, "Tumbas vacías" se completa con una narrativa y un ritmo que, salvo en momentos puntuales, me ha cautivado. 
Tony tiene claro, cristalino, el estilo de la novela. 
"Tumbas vacías" arranca con lo que se podría considerar un prólogo de casi 50 páginas; un relato atmosférico que sirve para refrescar memoria y ampliar algunas historias locales. 
A partir de ahí se establece un ritmo pausado pero constante, con estallidos puntuales (de información, de violencia, de terror) hasta un último tercio de lectura que es una frenética maravilla. 
Mientras leía tenía una novela en mente, obvio, y el autor, en los agradecimientos finales, confirmó mi sospecha. Ese ritmo bebe directamente de una de las mejores fuentes posibles: "Cementerio de animales" de Stephen King. 
Hablo siempre de ritmo y estilo porque las referencias son muchísimo más amplias. 

Evolución maligna. 

Si leéis las dos entregas seguidas, sin haber leído nada de Tony Jiménez, el cambio os va a parecer brutal. Mejor aún : tachad "cambio" y poned "evolución". Las raíces están ahí, bien firmes, pero el resto es más sólido, complejo y mejor rematado. 
Y no es que "Cinco tumbas sin lápida" fuese una mala novela, ni muchísimo menos, pero la mejora es palpable. 
"Tumbas vacías" genera una atmósfera, una tensión contínua. Quizás (volviendo a lo menos positivo), en algunos momentos, haya acumulación de pasajes demasiado descriptivos o se den demasiadas vueltas a ciertos temas, pero el conjunto es brillante. 

Brillante... y oscuro. Un reflejo en una superficie densa, pegajosa, absorbiendo toda la luz. Shelter Mountain se erige como un personaje aterrador, lleno de vida propia e intenciones ocultas. No se si os lo había dicho pero "Tumbas abiertas" es una novela de terror. 
¡Oh, sorpresa! 
Y Tony Jiménez es una trituradora de cultura popular, de horrores varios en cine, literatura, cómic y videojuegos. 
Parece que las ideas entran por sus ojos, se pican en su cabeza en fragmentos muy pequeños y concentrados y plasma el resultado por escrito. No os quedéis con la idea de un mero corta pega de referencias. El aporte y visión personal es muy fuerte, tanto como para citar explícitamente las referencias en el texto. No hay nada que esconder, no existe ningún engaño o esa impresión que tanto me molesta de sé más que vosotros de ese tema y os voy a meter esta referencia de forma y manera que nadie se de cuenta de ello. 
Todo queda a la vista, el truco no está ahí. 

Referencias en la picadora. 

Las obras de Tony Jiménez son, por tanto, un completo disfrute para las mentes afines a la cultura popular de los últimos años. Es uno de los nuestros o nosotros somos uno de los suyos, ¿quién sabe? 
"Tumbas vacías" sigue el reguero de ideas de "Cinco tumbas sin lápida", así que tenemos una buena ración de Sam Raimi y Evil dead, de Stephen King, Alan Wake y demás. 
Pero no se queda ahí, en la superficie. "Tumbas vacías" despliega un abanico de influencias abrumador y en un fascinante ejercicio final, las integra en su propia narrativa, en las raíces y ramificaciones de su relato. 
"Cementerio de animales" de King es el elemento espiritual y formal de la novela pero el tránsito por la obra del Rey no se detiene en ese punto. No voy a entrar en detalles, si sois lectores o lectoras constantes vais a disfrutar con cada guiño y merece la pena descubrirlo. 
También hay elementos de Sam Raimi (nadie como Tony Jiménez para narrar el característico movimiento de cámara del bueno de Sam) e incluso hay una escena que me recordó a la escena más celebrada del Resident Evil original. 

Y luego está lo soterrado, lo oculto. Esa relación entre George Campbell y Wes Blackmore, las diferentes formas de afrontar el proceso creativo, las musas (tan aterradoras como influyentes), el amor incondicional y el ya mítico pueblo pequeño infierno grande

En definitiva. 

"Tumbas vacías" ES terror y uno tan macabro y sangriento como divertido. A ver, entendedme: divertido para los fans del género. 
Si Shelter Mountain tiene vida propia y manipula ciertos elementos al antojo de algo oscuro, Tony Jiménez convierte la pequeña localidad en su parque de atracciones particular; uno de esos abandonado, con casetas desconchadas, decadentes atracciones y un enorme túnel del terror. 

"Tumbas vacías" es todo lo que una buena mente fan del terror necesita y una continuación de lujo para el primer paso que fue "Cinco tumbas sin lápida". Una novela que se cuece a fuego lento, creando ambiente, forjando leyendas y dejando pistas hasta explotar en un tramo final tan sangriento como frenético y psicológico. 
Tony Jiménez, además de crear una secuela sorprendente y efectiva, amplía todos los puntos fuertes mientras luce un estilo sólido y brillante. 
Una evolución en toda regla. 

Si os gusta King, Raimi, el terror lúdico, las cosas que vuelven chorreando, un finísimo terror psicológico y pasarlo tan bien mientras los personajes lo pasan tan mal, Shelter Mountain es vuestro destino. 
Yo no puedo esperar a tener en mis manos una tercera parte. 
Porque, ya sabéis, en Shelter Mountain todo vuelve... Y a veces, la muerte es mejor. 

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