lunes, 28 de julio de 2025

Donde yo termino - Sophie White / La Biblioteca de Carfax

¡Qué carajo acabo de leer!
Esa expresión, traducida libremente del inglés What the fuck!, es frase más repetida en las reseñas de Donde yo termino.
Y no es un trabajo de investigación que haya hecho yo, rebuscando por todo internet, no: es una confesión que hizo la propia autora, en el encuentro que tuvo lugar en el reciente festival Celsius al que acudió como invitada. Una presentación excelente que terminó por agotar los ejemplares de su novela, por cierto.
A lo que iba.
Donde yo termino es una novela valiente, perturbadora y que consigue crear una atmósfera increíble durante su lectura, lo que se convierte en un enorme punto a favor.
Una de mis lecturas favoritas de lo que llevamos de año, sin duda.




Título: Donde yo termino / Where I End.
Autora: Sophie White
Editorial: La Biblioteca de Carfax, 2025
Traducción: Natalia Cervera
Páginas: 256

Aoileann tiene diecinueve años y nunca ha salido de la isla donde vive. Su madre, muda y postrada en cama, es una ruina, una superviviente de un desastre del que nadie osa hablar. La joven pasa los días entre el miedo que le tienen sus vecinos y la desesperación y el anhelo por tener una familia normal. Cuando Rachel y su bebé recién nacido llegan a la isla, se convierten en una obsesión para ella.

Imaginaos una pequeña isla, de esas que están cercanas a Irlanda.
Poca población, extensiones de terreno baldío, todo el mundo se conoce y las ocupaciones son siempre las mismas. Cualquier persona en ese ambiente va a tener un rol preasignado, ya sea por cuestiones familiares o sociales. La gente suele escapar, huir hacia el continente en busca de algo mejor, intentando romper ese destino inamovible.
Ahora, forzad un poco más ese pensamiento, y pensad en una joven de 19 años. Una mujer que vive con su abuela materna en una casa alejada de cualquier otra residencia, con un padre que hace ciertas visitas esporádicas teñidas de un falso afecto y que debe cuidar de su madre enferma. Esa madre lleva años con esa condición y no estoy hablando de un cuidado sencillo: incapaz de comunicarse, postrada en una cama y llena de horribles heridas. Un riguroso ritual de cuidados, un férreo horario y montones de cuerdas para moverla.
Un último añadido: el resto del pueblo te odia o te teme, casi sin diferenciar uno de otro, y nadie conoce ni sabe la realidad de lo que ocurrió con tu madre.
Y ahí, en medio de esa encrucijada, está Aoileann (se pronuncia Iii-Lan).

Donde yo termino es uno de esos casos en los que iremos caminando de la mano de su protagonista. Todo lo que vemos y conocemos es gracias a ella; nos meteremos en su piel, en su cabeza, en sus ojos.
Y ahí se corre un gran riesgo, claro. 
Podemos encontrar que la protagonista no sea lo suficientemente interesante, extraña o compleja como para soportar el peso del relato o construir, de manera segura, el conflicto sobre el que crece la narración.
Sophie White supera con creces ese reto creando a una de esas protagonistas inolvidables, llena de aristas, de secretos.
La novela va de la mano de Aoileann y eso supone una narración algo particular. Una historia contada en primera persona, claro, y a dos velocidades. Un primer tramo extrañísimo, que supone un choque enorme con el mundo de nuestra protagonista (personal, casa e isla), en el que todo guarda un doble sentido, un nombre propio y otro impuesto. Su madre, por ejemplo, pierde su nombre y casi su condición humana para ser la cosa de la cama. Nos zambulliremos en su mundo propio, en su cabeza, donde todo resuena de una forma extraña, cargada de rencor, de ira, de ansia por huir.
Una vez superada esa fase inicial, el relato toma un rumbo algo repetitivo que puede suponer un lastre para ciertas personas pero que funciona a la perfección a la hora de generar esa atmósfera de odio, de aburrimiento, que tiñe toda la realidad de Aoileann.
Y, después, Rachel.
La aparición de Rachel y su bebé, hacia la mitad del libro, plantea un giro absoluto en la trama, dinamitando el mundo de la protagonista.

Sophie White consigue dar voz a una protagonista creíble, sumida en diversos traumas y con una voz propia de esas que se incrustan en tu cerebro según vas leyendo. Te parasita, te llena con su rencor, asomándote a abismos bastante oscuros y profundos pero también compartes con ella su falta de esperanza, de escapatoria viable, con esa sensación de estar atrapada en una prisión con múltiples paredes. 
Un relato así, con una voz y personalidad propia tan marcada, me lleva, casi de la mano, a los mundos de Merricat y Siempre hemos vivido en el castillo de Shirley Jackson o, en terrenos más conocidos para las lectoras y lectores de la editorial, al espíritu de los relatos de Cuando la oscuridad nos ama de Elizabeth Engstrom (que alguien reedite Black Ambrosia / El elixir negro, por favor).
Un estilo similar pero con un tono más duro, más áspero, a ratos muy inquietante y perturbador. No es una lectura fácil, ni que se deba recomendar a la ligera.
Hay partes complicadas, cercanas al body horror, con lesiones supurantes, huesos al aire, traumas internos externalizados de la peor de las maneras. Una metáfora muy efectiva de las cargas familiares y de los estigmas sociales.
Ponerte tras los ojos de Aoileann supone lanzarte a un mundo de grises, un condicionamiento marcado por la familia, la isla y las creencias. 
Donde yo termino es un estudio de diversas geografías: la isleña, la de poblaciones aisladas, la de una casa con enfermos, la de las relaciones personales y familiares y la de los sentimientos. Un uso exquisito de como un escenario puede modificar todos los elementos de una historia.
También hay retazos de folclore pero Sophie White esquiva parte de esa influencia en su novela, más allá de tradiciones o historias de cementerios.

Donde yo termino me ha encantado. Entiendo que no es una novela para cualquier tipo de público pero no tardé más de un puñado de páginas en caer rendido ante su propuesta. 
Y me ha dejado mal cuerpo y unos algunos días rumiando sus ideas.

Una historia narrada hacia dentro, con una protagonista que te lleva de la mano por sus momentos más oscuros, sin que puedas dejar de mirar, de hurgar en esas heridas abiertas que son sus pensamientos. 
Un uso realista del terror que la pone en sintonía con algunas películas recientes que exploran contenido similar, aunque caigan en terrenos sobrenaturales; cintas como Relic (Natalie Erika James, 2020), The Dark and The Wicked (Bryan Bertino, 2020), A Dark Song (Liam Gavin, 2016) o The Hole in the Ground (Lee Cronin, 2019).

La geografía, como decía, influye muchísimo en la historia, llegando a estar repleta de términos de una vertiente del irlandés o gaélico, intercalados en la historia y recogidos en un apéndice al final. Mención extra para la traducción de Natalia Cervera, luchando entre tanto término cargado de doble intención.

¿Dónde terminamos? ¿Dónde termina nuestra personalidad, nuestra libertad, más allá de las imposiciones? Esas son, quizás, algunas de las preguntas claves de la novela y parte de la lucha de Aoileann.
Eso lo tendréis que descubrir por vuestra cuenta. 

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