Se avecina un verano demoniaco, entre ola y ola de
puto calor. En parte es culpa de la época del año, que saca lo peor de la gente y en parte por las nuevas propuestas de AMC y Cinemax.
Ambas con su origen en formato papel, en comic y con temáticas convergentes aunque con un enfoque dispar.
Preacher (AMC, sin fecha en España) es el oscuro objeto de deseo y temor del
fandom desde hace años. Cómic de Ennis y Dillon de culto (publicado en España varias veces, la última por
ECC), una de las obras con las que más he disfrutado en mi vida, tuvo varias intentonas para convertirse al cine o a la televisión. Finalmente, Seth Rogen se llevó el gato al agua y AMC, famosa por
Breaking Bad o
The Walking dead, acogió la propuesta. Los ánimos se calmaron al ser AMC un canal que cuida (en parte) sus producciones pero la aparición de Rogen levantaba suspicacias. Yo siempre dudo entre quererle incondicionalmente u odiarle a muerte. Ahí tengo el nivel, en esos extremos me muevo.
Anunciado el reparto, con ciertas adaptaciones estéticas y visto el piloto, me encuentro razonablemente tranquilo, con un
estreno que apunta al notable. Los protagonistas cumplen, una vez salvados los recelos iniciales y el tono de la historia parece el correcto.
Preacher es la historia de un cura, Jesse Custer (Dominic Cooper), un predicador de un pueblecito del Texas
profundo, falto de fe y vocación que se va a encontrar
bendecido por la voz del Señor, un don divino capaz de convencer a la gente de que haga lo que ordenas. Literalmente.
En su camino aparecen Tulip, un viejo amor (Ruth Negga) y Cassidy (Joseph Gilgun), un vampiro.
Si.
Un vampiro. Quizás uno de los mejores personajes de ficción de los últimos tiempos.
Su historia va a transcurrir entre paletos, cárnicas, Santos de los Asesinos, ángeles y demás ovejas descarriadas, con una clara premisa: destrucción, sangre y trasgresión. Te doy una bofetada pero con una sonrisa, algo así.
La adaptación a la televisión no va a rebajar mucho su tono, por lo visto en su primer capítulo. Quizás más adelante, cuando la historia se desquicie y las cabezas reventadas sean cosa normal, se vayan diferenciando los caminos entre cómic y televisión. O no, nunca se sabe.
Buen estreno, con un episodio algo irregular pero que pone unos cimientos sólidos. Advertencia: si no estás al corriente del tono y temática de la serie, puede ser que cueste conectar con ella. Dadle una oportunidad.
Outcast (Cinemax, Fox en España) es una serie basada en un cómic de Robert
The Walking dead Kirkman y que centra su atención en las posesiones. Editado en España por Planeta bajo la traducción de
Paria, la adaptación nos llega a través de Cinemax, un canal filial de HBO donde podemos ver joyas como la ya finalizada
Banshee (serie de ovación cerrada).
Es una historia 100% de terror, donde Kyle Barnes (Patrick Fugit) debe enfrentarse a las posesiones que marcaron su vida, ya desde pequeño, aunque no se mueva de su casa, atormentado de por vida.
Al contrario que con
Preacher, no he leído los cómics así que me centraré en su piloto televisivo.
Una cosa queda clara:
el primer episodio funciona a la perfección en todos los sentidos. De manera aislada y con un poco de metraje extra, pasaría por una película. Es fácil que las cosas salgan bien cuando tu historia es sólida y atractiva y tienes detrás a una bestia como Adam Wingard a la dirección. Éste señor es el
culpable de
Tú eres el siguiente (
You're next, 2011) y
The guest (2014), dos
peliculones ampliamente disfrutadas por el que suscribe. Ya desde la primera escena del capítulo vemos que el nivel es alto y no se desinfla en ningún momento de su hora de duración.
El tono,
serio y oscuro, junto con algunas escenas lo suficientemente terroríficas para llamar la atención en televisión hacen de
Outcast una serie a tener en cuenta en su primer vistazo. Luego habrá que ver cómo evoluciona la trama, aunque Kirkman ya avisó en alguna entrevista de que había iniciado la historia con el final en mente. Probablemente habría dicho lo mismo de
The walking dead y mira como estamos...
Dos propuestas brillantes, por el momento, para disfrutar con la parte más oscura y demoniaca del verano.