Llevándolo al terreno de la literatura de terror, nos podemos encontrar un montón de ejemplos, ya sea en un castillo medieval o en una nave espacial: ruidos en la noche, lo extraño, la oscuridad, unos gritos, una figura enmascarada, una vieja mansión abandonada o, si has leído/visto mucho, sabrás que una herencia inesperada no guarda nada bueno.
Esquemas que funcionan y se perpetúan en el tiempo, modernizándose si toca, y que nos aseguran unos buenos cimientos para arrancar.
Beverley Lee vuelve a Dilatando Mentes, después de La casa de los huesecillos, con La decadencia de las cosas delicadas, una novela construída sobre las bases estables de una extraña herencia, una mansión abandonada, secretos familiares y las normas no escritas de las sociedades rurales inglesas.