lunes, 17 de marzo de 2025

El Gran Cuando - Alan Moore / Nocturna

¿Alguna vez habéis sido conscientes de que una ciudad en la que habéis vivido, visitado o conocido, es algo más que una mera presencia de acumulación de viviendas y espacios?
Un extra más allá de la suma de sus partes, de sus edificios históricos, de sus ciudadanos, de sus virtudes o defectos. Una personalidad propia, una presencia construida a partir de todas las partes que dieron forma a esa urbe.
Os lo digo porque, aún casi cayendo en el terreno de lo metafísico, sin ser yo muy dado a ello, recuerdo perfectamente el momento en el que me pasó algo parecido. No os preocupéis, lo comentaré más adelante, pero ese es parte del juego que propone Alan Moore (Northampton, Reino Unido, 1953) en su nueva novela fantástica, de corte urbano, El Gran Cuando; primera de una serie de lo que parece que van a ser cinco entregas, Londres Eterno.
El Gran Cuando es una lectura entretenida, a ratos compleja, llena de referentes históricos y literarios. Un canto de amor a la ciudad de Londres y todo lo que la conforma.





Título: El Gran Cuando / Long London: The Great When
Autor: Alan Moore
Editorial: Nocturna, 2025
Traducción: Juan Trejo
Páginas: 400
Rústica con solapas.
Gracias a la editorial por el envío del ejemplar para su reseña.

Corre el año 1949 en Londres. Entre la niebla tóxica de la ciudad deambula Dennis Knuckleyard, un joven librero especializado en el negocio de segunda mano. Un día, en uno de sus encargos, Dennis descubre un libro que no existe. Es una obra ficticia, creada en una novela. Sin embargo, él la tiene en sus manos. ¿Cómo es posible?

Dennis se ha topado con un libro del Gran Cuando, una versión mágica de Londres situada más allá del tiempo y el espacio, donde la realidad se funde con la ficción y conceptos como la poesía y el crimen se personifican en seres maravillosos y horribles. Pero ese otro Londres mágico debe permanecer en secreto; si Dennis no consigue devolver el libro a su lugar de origen, corre el riesgo de sufrir consecuencias como que su cuerpo quede del revés... o algo peor.

Así comienza un viaje por las entrañas de la ciudad con un singular elenco de hechiceros, gánsteres y asesinos, y unos sucesos explosivos que podrían alterar ambos Londres para siempre.


Abres el ejemplar de El Gran Cuando y lo primero que aparece es un mapa a doble página de la zona centro de Londres. Un mapa maravilloso, obra de Nicolette Caven, que va desde el Puente de la Torre al Soho, desde Shoreditch a Fitzrovia, lleno de pequeñas ilustraciones, de seres feéricos, de cuervos, de nombres (reales e inventados), señales y una fecha: 1949.
Poco más hace falta para meterme en una lectura, la verdad.
El primer capítulo, casi un prólogo, presenta diferentes situaciones a modo de disección de una pieza musical y justo después, el primer capítulo real, con el poco arriesgado título de La mejor manera de empezar un libro
Cosas de genios, locuras de magos. 
Situación que se remata al ver que, la primera frase de ese episodio, esas primera líneas de la mejor manera de empezar un libro, son las mismas que Orwell utilizó en 1984, novela publicada en 1949 (no en 1984, como se empeñan algunos en decir...). 
Quizás esta sea la primera muestra del humor, del estilo, ambición, objetivos y referencias casi circulares que Moore plantea en la novela.
Ahí surge nuestro protagonista, que no es el Winston Smith Orwelliano, sino un joven con el extravagante nombre de Dennis Knuckleyard. Dennis, dieciocho años, huérfano, vive y trabaja en Libros y Revistas Lowell, en Gibraltar Walk, Shoreditch, bajo la férrea tutela de Ada la Ataúd, dueña del negocio, mujer de fuerte carácter y fumadora empedernida que siempre habla entre toses. 
Dennis recibe un encargo: debe cruzar la ciudad para hacerse con una serie de libros de segunda mano del autor Arthur Machen (1963 - 1947), escritor de literatura de terror y sobrenatural. Una ganga de lote, parece, aunque Machen está algo mal visto por su apoyo a las tropas franquistas durante nuestro periodo de Guerra Civil (ojo, que lo dice el propio Moore).
Cuando Dennis llega a su destino para regatear el precio lo máximo posible, se encuentra con un dueño muy proclive a vender a bajo precio, casi regalado, y al revisar la caja de jabón que contiene los libros, se encuentra con un extraño ejemplar de más: Paseo por Londres: Meditaciones por las calles de la metrópolis, del reverendo Thomas Hampole.
Misión completada: libros a bajo coste y un ejemplar extra.
Dennis no sospechaba que ese extraño libro, de nombre tan aburrido, iba a romper su realidad en mil fragmentos. La cuestión recae en que ese libro no existe, es pura ficción sacada de una de las historias de Machen.
Y tampoco es una broma de un fanático de la literatura, que podría ser, claro.
Es una muestra de algo que no existe en nuestro mundo pequeño, en Londres Breve, y que proviene de otra realidad, del Londres Completo
Lo único que tiene que hacer Dennis es devolver ese libro a quien se lo dio, no comentar nada del otro Londres y escapar de aquellos que ya están tras su pista, desde los bajos fondos de Londres, mientras intenta no morir del revés, como otro librero que se encontró con un ejemplar similar...

Todo esto es, en principio, el argumento de El Gran Cuando y creo que representa a la perfección el espíritu de la novela de Alan Moore. Un relato de fantasía urbana, ubicado en el Londres de posguerra de 1949, con un joven que recibe la adultez investigando las fisuras de nuestra realidad. Pero eso, aunque funcional, es reducir lo que guarda y maneja la novela. 
Hay un parte terrenal, que vendría a reflejar la vida de Dennis y su entorno, como Ada, Grace, una joven e inteligente prostituta con la que cruzará caminos, o Clive y John El Tolerable, abogado y periodista, sus únicos dos amigos. La aparición del extraño libro que no debería existir, pone a Dennis en contacto con los gánsteres de Londres, tipos duros como Jack Spot, ansiosos de echarle el guante al libro para establecer ciertas relaciones con lo extraño. 
Un Jack Spot, por cierto, que existió en realidad, operando en barrios como Whitechapel.
Todo esto ubicado en el Londres de 1949, comenzando la reconstrucción después de los bombardeos nazis de la Segunda Guerra Mundial, en una sociedad herida, endurecida por la resistencia frente a la adversidad, los racionamientos y demás.
Moore, además, completa el relato retratando las diferencias sociales y entre barrios de ese Londres, aportando complejas referencias culturales, de pubs (ese Ye Olde Cheshire Cheese...), de autores e incluso pequeños guiños no forzados a su propia herencia cultural, como Guy Fawkes o Jack El Destripador (V de Vendetta, From Hell).



La otra parte del relato, centrada en el Londres Completo, es más compleja. Esa ciudad ubicada más allá de los límites de nuestra realidad, frecuentada por personajes especiales y que se comunica con nuestro triste mundo a través de determinados puntos de acceso secretos. El otro mundo, El Gran Cuando, es un reflejo del Londres tangible pero con cambios: todo es más extraño, peligroso, mágico y oculto. Hay seres que deambulan entre mundos, con cambios de nombre, y lo que en nuestra realidad puede ser un escritor, un pintor o un vagabundo, en el otro lado puede ser casi un dios, una figura de poder, como el ejemplo de Austin Osman Spare. El pintor y escritor londinense es una de esa figuras hipnóticas, capaz de destacar en mil disciplinas, y en El Gran Cuando adquiere una importancia capital. Sirve, además, como nexo de unión entre el arte y las ideas ocultistas que siempre deambulan por la obra de Moore.
Y, por si lo estáis pensando: si, hay una cita (aunque breve) a la figura de Aleister Crowley.
Una realidad regida por las Cabezas, eminentes personalidades de la historia y cultura londinense. En ese espacio fantástico, Moore da rienda suelta a su imaginación y a sus conocimientos, creando un paraje mutante, remarcado por la escritura en cursiva y algo inconexa de esos capítulos de la lectura. Un acercamiento que recuerda a las novelas clásicas del fantástico sobre visitantes a otras dimensiones. 
No todo es artístico y bello en ese Londres: hay restos destrozados de revueltas, cicatrices del otro Londres que ahí siguen abiertas, hay seres poderosos y egoístas, otros se rigen por un férreo código de no entablar conexiones entre ambos mundos y están los Papas de Cuchillas. Estos Papas de Cuchillas son engendros de pesadilla, mezcla de insectos, estrellas de mar y metal que viven encerrados, a la espera de que un despiste les permita llegar a nuestro mundo y dar forma a un maniaco homicida. 

Alan Moore es un creador peculiar, da igual el formato que utilice. En El Gran Cuando mezcla humor y fantasía para hacer una combinación que resulte asequible para cualquier público, pero eso no significa que sea una lectura facilona. Personajes que cambian de nombre, montones de referencias reales, la construcción de un mundo etéreo y una cosmogonía propia; hay tramos en los que la lectura se complica. Al final casi todo encaja y tiene sentido, claro, y requerirá un poco de paciencia por vuestra parte. Eso se refleja, sobre todo, en los primeros dos tercios de lectura, los que engloban la odisea de Dennis para devolver ese libro que no debería de existir y todo lo que surge a raíz de eso. El último tercio, sin embargo, se saca de la chistera una trama de asesinatos sin resolver, que supone un entretenido final para esta primera entrega.
Si, primera entrega, porque Alan Moore tiene pensado que sea una pentalogía; cinco libros ubicados en 1949, 1959, 1969, 1979 y, un pequeño salto en el último libro, para dejarlo en 1999. Esta primera entrega tiene ese clásico final medio cerrado, en el que las tramas han finalizado pero el material es tan imaginativo que puede seguir por donde quiera. El Gran Cuando, no obstante, no deja de tener ese aspecto de libro introductorio, de primer paso dentro de una construcción mayor. 


Es difícil encontrar una definición corta y funcional para El Gran Cuando y es el propio Moore el que me dio la pista en sus agradecimientos finales: volátil.
El Gran Cuando es una novela volátil, misteriosa, llena de historia, cultura, mitos y ocultismo, si se quiere ahondar en su esencia. Si no os apetece bucear en el libro, os vais a encontrar una fantasía urbana ubicada en un maravilloso retrato del Londres de 1949, con toques de humor y un emocionante tramo final.
¿Al estilo de Susanna Clarke, por ejemplo? ¿O las ciudades de China Miéville? Bueno, son referencias directas, puede ser, pero el enforque y estilo es diferente, aunque os sirve para haceros una lejana, lejanísima, idea.

Disfruté mucho con su lectura porque es la clásica novela que te da pie a rebuscar: a buscar nombres, fechas, libros, calles. Tiene ese tipo de fantasía inalcanzable, un Londres etéreo que se siente real y peligroso, conformado por todo lo que aúna la cultura londinense. Alan Moore sabe ser directo, cuando quiere, en ideas y lenguaje, y otras veces destaparse como un loco de las letras, retorciendo la complejidad a su gusto. 
La edición de Nocturna sigue los niveles habituales de la editorial, con mapa, pequeños marcos en los inicios de cada capítulo y una traducción de Juan Trejo que se mantiene firme ante la avalancha de juegos de palabras, referencias y malas intenciones de Alan Moore. 


Vuelvo al principio.
¿Os acordáis de algún caso en el que fueseis conscientes de estar en un sitio que es algo más de una ciudad?
Yo si.
Y fue en Londres, precisamente.
Enero de 2024, mañana fría, escarcha en el suelo, sol de invierno y subíamos la cuesta que lleva a Primrose Hill, cerca de Camden. En lo alto de de la pequeña colina, un llano con una vista privilegiada de Londres: lo suficientemente cerca para poder verlo (casi) todo, lo necesariamente lejos para percibir esa separación del entorno. 
Ahí, al pie, en una estructura semicircular, una inscripción de William Blake: I have conversed with the spiritual sun. I saw him on Primrose Hill.
Hay momentos en los que todo encaja, sin más. Como si desde otro plano, otra realidad, alguien guiase tus pasos, abriendo pequeñas puertas entre los mundos.

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