En su segunda novela, Kiste se mueve a terrenos cercanos a la fantasía histórica, siguiendo los pasos de Odette, una bruja en un entorno hostil.
Tan histórico como actual; por ahí van los tiros.
El argumento.
No eres consciente de la presencia de las llamas de la hoguera hasta que es demasiado tarde. Así es como a los cazadores de brujas les gusta que sea; eso es algo que Odette sabe de primera mano. Ahora, años después de haber perdido a su familia en el transcurso de las ejecuciones perpetradas por los cazadores de brujas, y lograr sobrevivir de forma milagrosa, Odette se oculta en los bosques, donde ha renunciado a la magia con la esperanza de encontrar tranquilidad y sosiego... Pero a ninguna bruja se le ha permitido una vida tranquila: los pájaros caen inertes a su alrededor, voces espectrales viajan con el viento para atormentarla, un grupo de extraños niños la siguen a todas partes, pierde el conocimiento y, cuando despierta, se descubre en el cementerio sin saber cómo ha llegado hasta allí...
Odette quiere olvidar la magia, pero su magia no quiere olvidarla a ella.
"Plumas y consuelda" hace uso de las brujas y su mitología, en un entorno histórico concreto. Gwendolyn Kiste abandona el entorno urbano de esa Cleveland decadente del que hacía uso en "Las doncellas de óxido" para lanzarnos a un pueblo en medio del bosque.
Y ahí, en una encrucijada de caminos, vive Odette.
Odette es, o era, una bruja y vive aislada, temerosa, recordando tiempos mejores, en los que estaba rodeada de amigas.
Los tiempos oscuros han llegado y las cuatro direcciones que rodean su casa son peligrosas, siempre pendiente de la amenaza de los cazadores de brujas.
Las brujas, en su amplio concepto, están siendo rescatadas como figura de protesta para ilustrar gran parte de las injusticias sociales de estos últimos años.
Siempre han estado ahí, no es nada nuevo, pero sirven a la perfección para ese cometido y además, añaden elementos de fantasía y terror a la mezcla.
Gwendolyn Kiste pone todo de su parte para que "Plumas y consuelda" funcione. Volvemos a disfrutar de su narrativa, profunda, melancólica y evocadora consiguiendo, en esta ocasión, un perfecto equilibrio entre fantasía y realidad. Narrada en una rabiosa voz en primera persona, una voz que transmite a la perfección todo lo que Kiste quiere poner en labios de Odette.
El desarrollo de la historia está bien gestionado, acumulando pequeños giros a lo largo de sus 240 páginas, hasta desembocar en un interesante tramo final.
Pero (¡ay, los peros!) me ha resultado una lectura algo plana. Siempre mantiene el interés, con un estilo y desarrollo muy evocador, sin embargo no termina por funcionar con todo su potencial.
Los elementos con los que juega Kiste nos llevan, como bien se reflejan en las imperdibles misceláneas que rematan los volúmenes de Dilatando Mentes, al folk horror actual y setentero, a las tradiciones culturales y sucesos históricos. Une parte de su encanto con elementos naturales como las aves, el poder de la sal o las plantas.
Y también utiliza a los cazadores de brujas como enemigos. Hombres temidos, tan injustos y crueles como poderosos, amparados por la multitud y los poderes religiosos y sociales imperantes. Ante ellos, ante su crueldad, las brujas deben ser invisibles y, si quieren sobrevivir, deben renunciar a cualquier elemento mágico.
Una interesante visión del mundo de las brujas ligado con el papel de la mujer en muchos momentos de la historia, incluso en la actualidad. Mujeres que eran (son) capaces de hacer cosas de cualquier índole pero que tuvieron (tienen) que ahogar esos talentos como sacrificios variados; desde el cuidado familiar a costumbres sociales, pasando por la intolerancia masculina.
Mención aparte para ese grupo de extraños niños y niñas del bosque, oscuros, irreales,que acechan a nuestra protagonista. Uno de los mejores elementos de la novela
Kiste desgrana esas ideas en el propio papel de Odette, quizás la bruja más poderosa que existe pero que rehúsa usar la magia, intentando escapar de la violencia e intolerancia injustificada.
En definitiva.
"Plumas y consuelda" no es una mala lectura, ni muchísimo menos. El problema es la comparación con "Las doncellas de óxido". Quizás no debería ni compararlas pero es imposible (por lo menos para mi) hacerlo.
La historia de Odette y sus pájaros es un firme paso adelante en la carrera de Gwendolyn Kiste, la demostración que ha sido capaz de sobrevivir a un gran éxito como fue su primera novela, afinando su estilo y navegando por temáticas alejadas de lo anterior.
Pero "Plumas y consuelda" resulta una novela menos redonda que su debut y posee un ritmo monótono,a pesar de su excelente tramo final.
Donde Kiste no falla es en la voz, un grito rabioso, lleno de ímpetu y en una maravillosa primera persona.
Tampoco falla la ya habitual excelente edición de Dilatando Mentes, una tapa blanda con una arrolladora ilustración de Juan Alberto Hernández, la ya clásica firme traducción de Jose Ángel de Dios, junto con la corrección de texto de Aine y prólogo y posfacio, a destacar ambos, a cargo de Natalia Q. García y Daniel Pérez Castrillón.
Fantasía histórica, oscura, reivindicativa y con una voz que conquista.
Quizás no era lo que esperaba pero tampoco me ha dejado indiferente.
Un buen paso adelante de Gwendolyn Kiste.
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