Si, ya se: quizás no sea lo normal y menos con un título como "Buscando al Hombre del río".
Sensaciones que surgen al estar leyendo, al empaparse del mundo de Kristopher Triana y al terminar la lectura. Una fuerza casi indescriptible, tan satisfactoria como aterradora.
Pero una cosa sí que tengo clara: "Buscando al Hombre del río" es una de las novelas, de terror o de lo que queráis, del año.
Por lo menos para mí.
Tened cuidado, la corriente baja turbia y con temperamento...
Decía que es una de mis novelas favoritas del año y no era cosa fácil.
Mucho hype, con Roberto Carrasco (editor oscuro y Lord del Hype Supremo) detrás contando maravillas, el miedo de enfrentarme a una novela de horror extremo... Muchísimos condicionantes.
Y la novela de Kristopher Triana ha salido triunfante ante cualquier escollo.
280 páginas que se beben, que te inundan, entrando por los ojos y anidando en tu cerebro, en tu alma, corrompiendo tu realidad.
Pero vayamos por partes.
El argumento.
Lori está obsesionada con Edmund Cox, condenado por descuartizar a más de veinte mujeres. Haría lo que fuera por acercarse a él; así que, cuando él le encarga una tarea, ella acepta. No tiene ni idea del horror que le espera.
Edmund le dice que debe ir a una cabaña en el bosque y recuperar una llave, para entregársela a un misterioso personaje conocido como el Hombre del Río.
Lleva con ella a su hermana, y el viaje se convierte en una pesadilla surrealista, que saca a relucir los demonios personales de Lori, los que siente que la unen a Edmund.
Pronto aprenderá que el Hombre del Río no es del todo realidad ni leyenda y que, definitivamente, no es humano… o al menos ya no.
El argumento que aporta la editorial es más que suficiente: desvela lo justo sin ir más allá.
Kristopher Triana va al grano desde el principio y en apenas 20-30 páginas ya tenemos toda la historia en marcha. Lori y Abby, la relación entre Lori y Edmund Cox, un cruel asesino en serie y la misión de encontrar la llave y llevársela al Hombre del río.
Ese ritmo se mantiene hasta el final, siempre descubriendo, siempre aterrando.
Triana juega con pocos pero jugosos personajes.
Abby y Lori, hermanas entradas en los cuarenta, son dos excelentes protagonistas. Abby es dependiente, física y mentalmente, de Lori, que asume su papel mientras sueña con su relación con Edmund Cox, asesino convicto.
Ellas dos son las protagonistas absolutas del relato y Kristopher Triana las exprime al máximo.
A la relación entre ambas, a esa dependencia y resignación, se une una potente dosis de secretos familiares, que no vais a ser capaces de adivinar jamás, y esa ponzoña que nace de la relación con Cox y la creciente presencia del Hombre del río.
La historia siempre avanza aunque Triana se guarda un puñado de capítulos ubicados en el pasado para revelar los secretos, los potentes giros argumentales y los condicionantes de ambas.
Dos personajes complejos, llenos de recovecos y meandros, al igual que el río Hollow que deben remontar. Hay algún personaje más en la mezcla, algunos de ellos apasionantes y que casi merecerían una novela aparte, pero dejo que los descubran vuestras mentes inquietas.
"Luego se volvió hacia el largo camino de barro y guijarros que serpenteaba hacia el valle como un torrente de sangre marrón: la sangre del bosque, la sangre del mundo.Árboles moribundos flanqueaban el camino de tierra.Las ramas se balanceaban con el viento, saludando a Lori y a Abby, dándoles la bienvenida a aquel lugar."
Mucho ritmo, como decía, que hace que la novela se lea sola.
Y hay algo más, subyacente en la lectura.
Ya desde el inicio la narración de Triana es directa, dura, sin rodeos pero, según vamos avanzando y al mismo ritmo que Lori y Abby van buscando al Hombre del río, algo surge. Una sensación oscura, depravada, que crece al ritmo que menguan las páginas.
Kristopher Triana nos envuelve y, además de unos diálogos hábiles y un magistral juego con la información (esos pecados del pasado...), realiza unas descripciones nada recargadas pero muy efectivas, basadas en elementos (un árbol, el sabor del agua, la guitarra en una esquina...).
Pura atmósfera, potenciada por el bosque, el río.
Horror extremo.
No sé muy bien qué significa eso pero "Buscando al Hombre del río" me ha provocado sensaciones que pocas veces he tenido leyendo.
No esperéis un festín de sangre, gore y demás, es una historia diferente. Hay algo de eso, claro, pero el horror va por otro lado.
Y, creedme: es mucho más efectivo.
Cómo el río Hollow, "Buscando al Hombre del río" tiene varios afluentes de horror.
Uno proviene de esos secretos familiares y que no voy a destripar, por supuesto, pero son complicados, física y psicológicamente hablando.
Por cierto, trigger warnings a tope.
Otro vendría por esa relación entre Lori y Edmund Cox. Hibristofilia, creo que se llama, y es uno de esos elementos recurrentes: el enamoramiento, la atracción sexual hacia asesinos o personas peligrosas. No comprendo los mecanismos que activan esa respuesta pero existe, no se si magnificada por la imaginación colectiva, pero es real.
Triana no dulcifica esa relación en ningún momento: Lori tiene carencias afectivas y Cox es un asesino despiadado.
Y, quizás el afluente de horror mas potente es el Hombre del río en sí mismo.
El corazón podrido del relato.
Kristopher Triana da una lección de cómo crear una leyenda, de aumentar esa tensión y oscuridad de la mano del resto del relato.
Un elemento en forma de llave, una figura de leyenda bajo el nombre del Hombre del río y un viaje, extraño, iniciático, por bosques aislados y con peculiares personajes.
En esa construcción de una pesadilla confluyen elementos antiguos, otros modernos y una alta dosis de maldad.
Es imposible hablar sobre el Hombre del río sin caer en el spoiler pero es un mito antiguo a ritmo de creepypasta, una historia para contar a la orilla del río bajo la luz de una hoguera en tiempos del found footage, es Lovecraft, el Rey de amarillo y Candyman, Robert Johnson, Howlin' Wolf y un grupo de Metal.
"No creía en el más allá y nunca había sido supersticiosa, pero tampoco había experimentado nada como esto. El río Hollow existía en su propio universo desconcertante y el Hombre del Río era el sol que lo gobernaba."
Los últimos capítulos del libro son un compendio de horrores, cada vez más alejado del terror físico, sangrante, para abrir una nueva herida, profunda y psicológica. Ahí enraíza la unión del libro con el Mal.
Absoluto, con mayúsculas.
"Buscando al Hombre del río" remata con un capítulo final y una última frase antológica, de las que vas a recordar siempre.
Una frase que otorga una identidad propia al libro, de las que duelen.
Hay veces que no sabes lo que te vas a encontrar al comenzar una lectura. Con "Buscando al Hombre del río" creía que lo tenía claro.
Un argumento detallado, una búsqueda oscura, elementos de horror, etc.
Además, la excelente portada de Donnie Goodman (si, ése Donnie Goodman), arrojaba más oscuridad al conjunto.
Pero no estaba preparado para una lectura así. El libro de Kristopher Triana te agita, abre una brecha en tu interior y te deja dentro un buen puñado de oscuridad.
Y sin necesidad de ninguna llave.
Dimensiones Ocultas lleva un año arriesgando con sus lanzamientos, con una primera temporada llena de libros que ayudan a construir el perfil de una editorial. "Mi ligue de la ouija" de David Irons, "Heartbreak Hotel" de Katherine Vega o "Las cuchillas de mi cabeza" de Donnie Goodman, por ejemplo, forman el esqueleto, cuerpo y mente de Dimensiones Ocultas. Ahora, con el inicio de la segunda temporada, se añade "Buscando al Hombre del río" como la mente: oscura, turbia, retorcida.
La edición es otro triunfo, empezando por la portada, pasando por la traducción de Javier Martos y terminando por el tamaño del texto, amplios márgenes y algunos juegos con el tipo de letra.
Tapa blanda, solapas...puro paperback.
"Buscando al Hombre del río" podría pasar por un cuento de hadas: dos hermanas vagando por el bosque con una llave mágica buscando a un misterioso ser para ayudar a su amado.
Podría, claro.
La realidad es bien distinta y con ella, Kristopher Triana se alza como uno de los autores de horror más interesantes de la actualidad (premios Splatterpunk aparte).
Escuchad su canción, buscad al Hombre del río, dejad que os rompa el corazón.
"Nadie se va de este río por mucho tiempo. Créeme."
Si os ha gustado "Buscando al Hombre del río" quizás os interese leer "Algo malvado: Los diarios de Ted Bundy" de Katherine Vega o echad un ojo a "The ritual" o "No one gets out alive", ambas adaptaciones de Adam Nevill disponibles en Netflix.
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