Llevándolo al terreno de la literatura de terror, nos podemos encontrar un montón de ejemplos, ya sea en un castillo medieval o en una nave espacial: ruidos en la noche, lo extraño, la oscuridad, unos gritos, una figura enmascarada, una vieja mansión abandonada o, si has leído/visto mucho, sabrás que una herencia inesperada no guarda nada bueno.
Esquemas que funcionan y se perpetúan en el tiempo, modernizándose si toca, y que nos aseguran unos buenos cimientos para arrancar.
Beverley Lee vuelve a Dilatando Mentes, después de La casa de los huesecillos, con La decadencia de las cosas delicadas, una novela construída sobre las bases estables de una extraña herencia, una mansión abandonada, secretos familiares y las normas no escritas de las sociedades rurales inglesas.
Título: La decadencia de las cosas delicadas / "The ruin of delicate things"
Autora: Beverley Lee
Editorial: Dilatando Mentes, 2024
Traducción: José Ángel de Dios
Páginas: 358
Rústica con solapas.
Gracias a la editorial por el envío del ejemplar para su reseña.
Barrington Hall es un lugar cargado de secretos, algo que Dan Morgan se ha esforzado por olvidar. El fallecimiento de un familiar le lleva de vuelta al lugar donde pasó los veranos de su infancia, y será en ese momento cuando Barrington Hall hará lo que crea necesario para que los recuerdos vuelvan a su mente.
Faye Morgan está corroída por la culpa y el pesar desde la muerte de Toby, su hijo adolescente. Se niega a abandonar el hogar donde su hijo vivía, y no puede sino trasvasar parte de su rencor hacia su marido por arrastrarla lejos de su hogar. Una vez instalada en la casa de campo donde pasará unos días, cree ver a un extraño muchacho en el bosque a medianoche, un joven que guarda cierta conexión con Barrington Hall, y su necesidad de saber más hará que se adentre en un mundo de pesadilla en el que el pasado y la venganza van de la mano.
La decadencia de las cosas delicadas, es una historia de dolor y horror sobrenatural con tintes góticos y fantasía oscura que explora cómo la pérdida puede dejar un gran agujero en nuestro interior. Un agujero lo bastante grande como para que cualquier cosa pueda colarse por él.
Pareja de mediana edad que, mientras lucha con el duelo por el fallecimiento de un hijo adolescente, recibe una herencia consistente en una enorme hacienda situada en la zona rural de Inglaterra.
¿Véis lo que os decía lo de los elementos inalterados?
Dan y Faye Morgan son esa pareja y la herencia que reciben es Barrington Hall, una magnífica propiedad en la que el propio Dan Morgan pasaba sus vacaciones de verano, acompañando a su tía. La pérdida de Toby, su hijo adolescente, reciente y dolorosa, pesa sobre su existencia y ven la oportunidad de Barrington Hall como un nuevo punto de inicio, aunque cada uno lo vivirá de forma diferente.
Dan va a recuperar sus memorias del pasado, de los largos veranos en la zona. Pero algo no encaja, hay ciertas cosas que Dan debería saber pero no recuerda, ni siquiera cuando los vecinos de la zona lo insinúan...
Faye, por su parte, se siente extraña en un terreno ajeno y la falta de Toby es insoportable. No ayuda ver, en la oscuridad de la noche, en los lindes del enorme bosque que rodea la propiedad, una extraña figura que quizás, sólo quizás, se asemeja a su hijo fallecido.
Pero tanto Dan como Faye se rigen y viven según las normas de la gran ciudad y hay ciertos saberes antiguos, que rigen en esa zona, que no están teniendo en cuenta...
"La decadencia de las cosas delicadas" crece en el sustrato del horror sobrenatural, con una esencia gótica actual, toques de fantasía oscura, folklore y horror del duelo o "grief horror". Bases clásicas del género y algún acercamiento más actual. Un cóctel irresistible, para mi, por lo menos, que Beverley Lee entreteje con soltura.
La novela se divide en dos partes, de acuerdo a lo que sucede en la trama, y que tiene otra organización en sus capítulos, alternando las vivencias de Dan y Faye. Iremos construyendo la historia, los secretos que guarda Barrington Hall y alrededores, alternando los puntos de vista y sucesos de ambos protagonistas. Un enfoque que ayuda al dinamismo de la obra, con un estilo de escritura más bien clásico, y a ese voy a leer un capítulo más.
Ese doble camino entre Dan y Faye consigue construir un perfil exacto de las motivaciones, pesares y misterios de cada personaje. A pesar de estar unidos por el amor que se profesan, con sus altibajos, y la enorme pérdida de Toby (ya sabéis, esos votos de en la salud y la enfermedad...), la pareja enfrenta los hechos de forma muy distinta. Faye se aisla con sus auriculares pero abraza una mínima chispa de esperanza, basándose en sus sentimientos. Dan, por su parte, intenta dejar las malas experiencias, aunque eso conlleve lanzarse al vacío de un pasado que no logra recordar. Dos formas de enfrentarse a lo desconocido, al duelo y al amor. A todas las cosas delicadas y la ruina que se cierne sobre ellas.
Estamos ante una novela de horror sobrenatural, con fuertes toques de fantasía oscura y guiños al folk horror. La novela se lanza a los brazos del folklore desde el principio, sin ningún tipo de tapujo. Utiliza, para ello, algunos elementos característicos del foklore inglés (no os voy a decir cuál, claro...), terminando por construir una historia de fantasía oscura enraizada en los secretos de Barrington Hall. Una mansión que, por cierto, se detalla al milímetro y que encierra gran parte de la acción de la novela, devolviéndonos unos toques de gótico actualizado.
Pero esto, para los seguidores de Beverley Lee, no es novedad. Su anterior título en la editorial, La casa de los huesecillos, hacía uso de estos elementos.
Con esa novela anterior hay puntos en común y otros más distantes. El primero, y más llamativo, es la extensión. La casa de los huesecillos tenía una de sus grandes bazas en su duración: ajustada, casi una novela corta, con un reparto excelente de sus ideas y giros. La decadencia de las cosas delicadas es una novela bastante más extensa. Es cierto que tiene un amplio catálogo de ideas pero a ratos se siente demasiado alargada, con un exceso de vueltas y revueltas por los oscuros pasillos de Barrington Hall.
Ambas novelas usan el folklore y las leyendas para dar forma al horror de sus páginas pero el enfoque y su uso es muy distinto. La casa de los huesecillos presenta esos elementos en su parte final mientras que en la historia que nos ocupa, están presentes desde el principio, llevando esas ideas un paso más allá, hasta terrenos que pisan la fantasía.
Lo que si une ambos trabajos es el estilo de su autora, con una forma de narrar clásica, descriptiva, creando atmósferas oscuras. En La decadencia de las cosas delicadas explota un poco más su vertiente cercana al horror, con partes bastante crueles (algunas relativas a animales...) pero por lo que cuenta no por como lo cuenta, ya que siempre se mantiene en ese mismo tono narrativo clásico. También introduce elementos tan interesantes como la diferencia entra vivir en la ciudad o en una zona rural, con esas normas no escritas que pasan por no lanzar flores a un estanque o nunca, repito, nunca, dormir con la ventana abierta.
Por lo que pueda pasar.
Hay elementos que no han terminado de convencerme, pese a que el nivel general es alto. Terminé por percibir la novela alargada en exceso, no aburre pero tiene tramos demasiado farragosos, lanzándose a demasiadas huidas y descripciones por pasillos y bosques.
La historia plantea sus bases de forma muy clara desde un inicio y, aunque tiene puntos de sobra para sorprender, hay algunos giros que ya has visto venir, unido a ese aire clásico de la obra.
No tengo ningún pero con su tramo final, con un cierre que me pareció magnífico.
La traducción de Dilatando Mentes me parece correcta pero mantiene parte de esas ya clásicas repeticiones y fallos menores que, si bien no suponen ningún lastre para la lectura ni son especialmente abundantes en este título en concreto, espero que puedan ir corrigiendo en futuras novelas.
Una obra que encaja a la perfección con parte del catálogo de la editorial, hermanada con, por ejemplo, El jardín del tallador de huesos de Sarah Read.
Comenzaba esta reseña hablando de elementos constantes, figuras clásicas que siempre funcionan. En La decadencia de las cosas delicadas encontramos una herencia, misterios familiares, una enorme finca abandonada, folklore, fantasía, oscuridad, zonas rurales, duelo, extrañas apariciones y presencias.
Todo lo que siempre me funciona y esta ocasión no va a ser una excepción.
Beverley Lee construye una historia cruel, oscura, con tintes góticos y atemporal, confirmando las buenas sensaciones que ya me había dejado con La casa de los huesecillos o La creación de Gabriel Davenport en La Biblioteca de Carfax.
Una novela más sólida, quizás un poco alargada en exceso, con un poso clásico aderezado con una visión dual a cargo de Dan y Faye, la pareja protagonista, que termina por revelarse como un inmejorable recurso narrativo.
"Algunos secretos nos acompañan a la tumba", se dice en partes de la novela, y creedme: en La decadencia de las cosas delicadas hay un buen montón de ellos.
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