Soy bastante fan de Grady Hendrix, no lo puedo negar.
Me gustan sus enfoques, sus ideas, su humor, sus personajes..., todo.
Eso no quita que vea altibajos en toda su obra aunque, por esa obsesión que tengo con la imperfección, me resulte aún más atractivo.
Tengo claro que no debe ser fácil ser Grady Hendrix, hablando desde la perspectiva de autor. Quizás el público espere historias más locas, cargadas de giros en iconos clásicos del terror, momentos hilarantes y un tren de la bruja que termine en un caos loquísimo.
Eso pasa, en diferentes grados y escalas, en parte de la obra de Grady, desde Club de lectura para matar vampiros a Grupo de apoyo para final girls, pasando por Cómo vender una casa encantada; todo bien salpicado de contexto social y las relaciones personales y familiares.
Brujería para chicas descarriadas, su última novela hasta la fecha, presenta a un Grady Hendrix que enfoca sus esfuerzos a otras partes de la historia; hay menos humor, menos terror lúdico, sin que eso signifique que la novela pierda calidad o que el autor pierda su reconocible sello propio.
Me gustan sus enfoques, sus ideas, su humor, sus personajes..., todo.
Eso no quita que vea altibajos en toda su obra aunque, por esa obsesión que tengo con la imperfección, me resulte aún más atractivo.
Tengo claro que no debe ser fácil ser Grady Hendrix, hablando desde la perspectiva de autor. Quizás el público espere historias más locas, cargadas de giros en iconos clásicos del terror, momentos hilarantes y un tren de la bruja que termine en un caos loquísimo.
Eso pasa, en diferentes grados y escalas, en parte de la obra de Grady, desde Club de lectura para matar vampiros a Grupo de apoyo para final girls, pasando por Cómo vender una casa encantada; todo bien salpicado de contexto social y las relaciones personales y familiares.
Brujería para chicas descarriadas, su última novela hasta la fecha, presenta a un Grady Hendrix que enfoca sus esfuerzos a otras partes de la historia; hay menos humor, menos terror lúdico, sin que eso signifique que la novela pierda calidad o que el autor pierda su reconocible sello propio.
De hecho, podría decir que estamos ante su mejor novela, altibajos incluidos.
