domingo, 9 de noviembre de 2025

Monstruos de la semana #04

Monstruos de la semana es este espacio que me saqué de la manga para hablar de cosas que me gustan, que veo, leo, escucho o juego y que queden por aquí, recuperando esta esencia de blog. 
Luego me olvido y acabo subiendo una foto a Instagram, recomendación que va a caducar en 24 horas. 
A eso nos estamos acostumbrando, a la caducidad extrema, y me niego.
Así que por aquí van a circular una buena cantidad de cosas que me han gustado y recomiendo.
Larga vida a los Monstruos, abrimos su cripta.







He visto un montón de películas de terror, gracias a un calendario de Halloween en el que veía una peli por día con una temática asignada. Están todas en ese pozo oscuro que es Instagram pero las terminaré subiendo por aquí. 
Seguro.
Entre tanto horror, me ha sobrado un ratito para terminar la tercera y ¿última? entrega de Alice in Borderland, la serie japonesa de Netflix, basada en un manga de Haro Aso, editado en 9+1 tomos por Ivrea en castellano.


¿De qué va todo esto?
Arisu y sus colegas, con la cabeza llena de videojuegos y temas similares, se meten en un jaleo en las cercanías de Shibuya (ya sabéis, el mítico cruce en Tokio) y terminan en el mismo sitio... pero vacío. 
0 personas.
Nada, excepto unas indicaciones que van guiándolos hacia unos extraños juegos, marcados por unos naipes de una baraja (tréboles, diamantes, picas y corazones). 
El resto, sin destripes, son 2 temporadas de pruebas chunguísimas, giros constantes, tensión y sacrificio hasta la revelación final. 
2 temporadas de 8 episodios (2020 y 22) sin respiro, casi sin dar demasiadas vueltas y que, si entras en el juego de fantasía y exceso que propone la serie desde su base, vas a disfrutar un montón.


Ya, ya, ya se lo que estáis pensando: "Pero, ¿no se parece mucho a El juego del calamar?"
Primero: no soy nada fan de la serie coreana, lo siento. No me funcionó y me aburrió en grandes tramos de su historia, con esa necesidad de hacerlo todo tan real, tan dramático.
Alice in Borderland, sin entrar a discutir cuál fue primero, tiene esa esencia de diferentes personajes atrapados en un entorno extraño, teniendo que superar unos crueles juegos para sobrevivir, pero, como decía, abraza sin problemas la fantasía, lo extraño y el exceso. 
Que se flipa, vamos.
Y yo a tope con eso, siempre. Bien sentadito en el filo del sofá ante la siguiente locura de guión.


Casi 3 años después, siguiendo un final casi cerrado pero ambiguo, y al igual que pasó en el manga, aparece una tercera temporada, más corta (6 episodios). 
¿Necesaria?
No, la verdad.
¿Sobra?
Hombre, eso tampoco.
Se disfruta, sirve como un buen cierre para la serie, tiene algunas pruebas bastante potentes, añade una capa de lore al conjunto, aunque falle un poco su ritmo hacia el final.
Si os interesa y no la habéis visto, os ponéis las 3 temporadas seguidas y seguro que no os arrepentís. 
Clásico ejemplo de serie tragada y desaparecida por las apps de streaming cuando tendría que estar mucho más presente.
Para completar, hay un anime en 3 partes, narrando el primer arco de la historia, pero no lo he visto.


Estoy retomando la lectura de comic usa, después de un tiempo alejado. La culpa quizás fuese por el exceso de exposición de Marvel (DC, en menor medida) con su universo de cines y series que lo contamina todo.
¿Mi punto de entrada?
No os voy a mentir, y seguro que ya lo habéis visto por ahí, pero todo se precipitó a raíz de una imagen. 
Esta, en concreto, del Annual de Absolute Batman, en la que el bueno de Bats revienta el brazo de un fascista que intentaba hacer el saludo nazi.
Irresistible.
Necesario.
Valiente.


¿Qué es esto del universo Absolute de DC?
No deja de ser la enésima treta de las grandes editoriales para meter algo de aire fresco. Lo hizo, en menor medida, la propia DC después de las Crisis, luego en la época de 52, algún coqueteo con esas burbujas de continuidad que son los Elseworlds, pero la gran semilla de todo esto fue la dosmilera regeneración del Universo Marvel con la línea Ultimate.
Lo que iba a ser una nueva versión de personajes clásicos (Spiderman, 4 Fantásticos, X-Men, Vengadores...), con nuevas situaciones, contextos y sin problemas de continuidad, terminó cancelada, coqueteando con la integración en la Marvel tradicional y repitiendo errores del pasado.
Lo que quería evitar.
De alguna u otra manera, caló, ya que los Vengadores de las películas tienen más de los Ultimates (su versión en ese universo) que de los clásicos.
DC intenta jugar esa carta pero está lanzando un órdago al darle la vuelta a sus personajes clásicos y básicos, dando donde más duele. 
A Batman me remito.

Esta versión Absolute de Batman se desprende de la capa de niño rico privilegiado de Bruce Wayne para convertirlo en un joven que trabaja en la construcción, en una Gotham muy violenta, acechada por una banda de delincuentes salvajes, cuyo lider parece responder a los intereses de los ricos que pretender convertir la ciudad en un pozo lleno de prisiones privadas para que el resto de Norteamérica vierta ahí a sus presos más peligrosos. 
¿Os suena?
Este Batman es violento, más urbano, con menos recursos pero más ligado a la realidad, a su realidad, y mantiene esos truquitos que se suelen hacer de modificar orígenes y relaciones de personajes (de Alfred, Selina, Edward Nigma o una amenaza creciente en forma de Joker). 
Los guiones corren a cargo de Scott Snyder, viejo conocido de Batman, y la parte gráfica es de Nick Dragotta. Dragotta también corre con los diseños de trajes, personajes, armas y vehículos, con un estilo particular, que me recuerda, en parte a ideas cercanas a los años 90, impregando toda la obra de esa esencia.

El primer arco de Absolute Batman me ha convencido y me parece una mezcla excelente de ideas, con cierto riesgo, aunque cimentadas en una galería de personajes y tópicos tan universalmente conocida como es la de Batman. 
Me sorprende ese acercamiento a un mundo hostil, en el que lo heroico es la excepción, lo extraño; tan violento que para hacer lo correcto hay que multiplicar esa violencia, jugar sucio, llevar los planes al último extremo.


DC parece jugar esta baza con riesgo y coherencia, alejándose de medias tintas, redefiniendo lo que significa ser un héroe o una heroína en tiempos oscuros, de confusión de ideas.
Su Absolute Superman, por ejemplo, deambula por los lugares más desfavorecidos y explotados del planeta para comprobar la crueldad de la opresión humana o una Absolute Wonder Woman cargada de brujería y poderes oscuros.
Luces tan oscuras que consiguen brillar en un entorno que devora cualquier destello.


Ahora, para rescatar un poco la esencia básica de blog, un momento de viejo gritando a una nube.


Estoy llegando a ese punto en el que creo que las redes sociales sirven para bien poco. Visibilidad, likes, presencia, movimiento, engagement, información, cercanía, conexión..., todo eso no funciona desde el ecosistema actual de redes. 
Desde escaparates sucios que no dejan ver lo que hay detrás, noticias no veraces, hasta cosas interesantes tragadas, devoradas, por un algoritmo más voraz que Sarlacc mientras te nutre de manipulación, desinformación o pensamientos extraños.
Vemos terror, leemos terror y creo que sabemos de sobra a dónde nos va a llevar esto, pero no lo queremos ver.
Un agujero negro lleno de enséñame pero no me cuentes, de fachadas, que genera problemas, idealizando vidas y comportamientos.
Un gran anuncio, tan vacío como la propia publicidad.
Volvamos atrás, a las listas de correo, a compartir información limpia y directa. 

Compartir, hablar mucho de cosas buenas y celebrar la lectura y sus cosas buenas, es lo que hago con mis compis de LibroGusano (en YouTube e Ivoox), Jorge Jefazo Capote e Irma Barullo Pérez.
Los últimos dos programas han quedado bastante bien, muy variaditos: el Club de Lectura de octubre sobre A Night in the Lonesome October de Roger Zelazny y la ya clásica merienda con un escritor de categoría como es Carlos Sisí.



Y terminamos, por esta vez. 
Vuelvo alegre y contento a la cripta, a seguir con más cosas interesantes.
Hasta los Monstruos que viene.

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