viernes, 17 de mayo de 2024

La era de Drácula - Kim Newman / Alamut

Me flipan los vampiros. 
Quizás no sea la frase más ortodoxa del mundo para arrancar una reseña pero creo que es un factor clave a la hora de hablar de "La era de Drácula".
Son mi tipo de monstruo favorito y me suelen interesar en cualquier tipo de forma, estilo o presentación. 
Hasta los espaciales. 
Y también me gusta encontrar novelas que me sorprendan, me atrapen desde la primera página y disparen ideas a bocajarro, sin descanso.

"La era de Drácula" de Kim Newman (Londres, 1959) llevaba años en mi pila de pendientes y hasta ahora no me había metido en su mundo, un universo en el que Vlad Tepes sale victorioso de su encuentro con Van Helsing, Harker y compañía.
Nunca es tarde si la lectura es buena.



Titulo: "La era de Drácula" ("Anno Dracula")
Autor: Kim Newman
Editorial: Alamut, 2010 (también hay una edición anterior de Timun Mas)
Traductor: Jaume de Marcos Andreu
Páginas: 320
Rústica con solapas.

En 1885, el conde Drácula dejó su castillo en los Cárpatos por las costas de Gran Bretaña. Sólo la intervención del profesor Van Helsing y sus aliados impidió la consumación de sus planes y causó la destrucción del monstruo. Pero, ¿y si no hubiera sido así?

En 1888, Drácula se ha convertido en príncipe consorte y Lord Protector de Gran Bretaña, y el país ha aprendido a aceptarlo. La guardia cárpata impone la ley en un Londres que ha revertido a las más brutales formas de justicia medieval: la cabeza de Van Helsing está exhibida en una pica frente al palacio de Buckingham, y los enemigos de Drácula son empalados.

Para proteger su posición, la nobleza se apresura a vampirizarse, y poco a poco las clases más bajas van haciéndolo también. Inglaterra se convierte en una sociedad dual donde conviven con dificultad los vivos, cada vez más hostigados, y los no muertos triunfantes. Pero entonces una serie de horribles crímenes sacude Londres: en Whitechapel, un asesino está destripando a prostitutas vampiras, y el pánico que desata amenaza con desestabilizar el nuevo régimen.

Kim Newman explora minuciosamente las consecuencias del triunfo de Drácula, extrapolando una Inglaterra victoriana que ya no es como la conocemos pero que sigue presa de sus contradicciones históricas.



Esta no va a ser una reseña al uso, de esas en las que hablo un poco del argumento, me explayo en algunos puntos de interés y luego dejo una valoración final. 
Eso sólo sucede cuando la novela en cuestión me gusta muchísimo. Así que, si ya sabéis de qué va la obra de Kim Newman y únicamente queréis conocer mi opinión, os ahorro el rollo: 5 estrellas, pulgar arriba, me ha encantado.
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Al resto: bienvenidos a la era del vampiro.

Bram Stoker publicó su "Drácula" en 1897, estableciéndose como un hito de la literatura de terror y de la cultura popular. Una historia adaptada mil veces, a cualquier formato imaginable, casi la conoces sin haber visto o leído nada de ella. 
"La era de Drácula" arranca en el Londres de 1888 pero en una línea temporal distinta a la de la obra de Stoker. Vlad Tepes ha conseguido salir airoso de su enfrentamiento con Van Helsing, Harker y sus aliados, extendiendo su vertiente vampírica por toda la capital. La cosa no queda ahí: Tepes es príncipe consorte, después de su boda con la Reina Victoria. 
Kim Newman construye su ucronía cimentándose en su profundo conocimiento sobre Drácula, la obra original, el resto de obras de la época, cualquier cosa que incluya vampiros y cultura popular.
Y lo más importante: sin caer en las explicaciones forzadas ni en el academicismo pedante.


Kim Newman, un dandy


Newman dice que su fijación con la figura del vampiro comenzó el día que sus padres le dejaron trasnochar para ver el Drácula de Bela Lugosi en televisión. Tenía 11 años y a la vista está lo hondo que caló la impronta del vampiro. 
La idea de su Anno Dracula, título original de la novela y de la saga, se gestó durante años, poco a poco, contando incluso con la presencia y colaboración de Neil Gaiman, a mediados de los 80. Unos relatos para diversas antologías después terminaron por conformar la estructura de la novela, que salió a la venta en 1992. 
La clave residía en construir una historia alternativa en la que Drácula fuese una figura de fondo y no devorase el protagonismo de la novela, añadiendo personajes y elementos de la cultura popular relacionada y trastocando diversas épocas históricas reales.
Anno Dracula se publicó en castellano 2 años después, en 1994, al igual que "El sanguinario Barón Rojo", su secuela (1997).
Y después, nada, salvo la reedición de la primera entrega a cargo de Alamut en 2010.
Curioso, cuanto menos, tratándose de una serie de 6 libros (el último de 2019) que lleva el planteamiento original a extremos insospechados (cine, cultura popular, incluso kaijus).  
Ojo: "La era de Drácula", pese a ser la primera entrega de la serie, es prácticamente autoconclusiva. Quedas con ganas de más, claro, pero podría considerarse cerrada... más o menos.
Pero volvamos a Londres, 1888...

Vlad Tepes es el príncipe consorte y Lord Protector del reino, casado con la Reina Victoria, los vampiros están establecidos en la sociedad y cualquier opositor a la regencia es, con suerte, encarcelado. En ese caldo de cultivo de revuelta social, injusticia y ansias de sangre se entremezclan los caminos de varios personajes con un nexo en común: el asesino conocido como Cuchillo de Plata.
Cuchillo de Plata opera en la zona de Whitechapel y sus víctimas favoritas son las prostitutas vampiras que malviven en el barrio.
¿Os suena de algo?

"La era de Drácula" es una novela coral, en apariencia, pero terminan destacando dos personajes: Genevieve Dieudonne y Charles Beauregard.
Charles Beauregard es una especie de espía, agente de campo multiusos, a las órdenes de El Club Diógenes, una sociedad en la sombra llena de hombres poderosos, creada para la ficción por Arthur Conan Doyle en las novelas de Sherlock Holmes. Charles es humano, con una compleja vida amorosa y recibe el encargo de descubrir y detener a Cuchillo de Plata.
Genevieve, por su parte, es una vampira del siglo XV, bastante más antigua que Vlad Tepes y de un linaje completamente diferente. Genevieve está muy preocupada por el descontrol que se presenta con la vampirización masiva de los ciudadanos de Londres y colabora con una clínica callejera en uno de los peores barrios de la ciudad. Los crueles asesinatos de Cuchillo de Plata también son de su incumbencia así que se verá empujada a la misma investigación que Charles.
Y, casi más importante, Genevieve es la clave para explicar el sistema de vampiros que utiliza Kim Newman.


Portada UK de la reciente edición por el 30 aniversario


Empezaré por Vlad Tepes, príncipe consorte. Tepes es, básicamente, el mismo tipo de vampiro que presenta Bram Stoker en su novela. Nada romantizado, nada dulcificado, una bestia capaz de cometer atrocidades y con la habilidad de transformarse en diversas criaturas. De él surge un linaje, el mayoritario en Londres, de vampiros crueles con esa misma capacidad de transformación. Esos neonatos, en su fase inicial, debe de tener cuidado con transformarse porque pueden quedar a medio camino y dan lugar a seres deformes, mitad humano/vampiro, mitad murciélago o lobo. 
Genevieve representa otro linaje, más puro y ancestral, que proviene de la Francia del siglo XV o incluso antes. Unos vampiros refinados, igual de crueles y sedientos de sangre, más conscientes de su condición y su situaciónen el mundo, sin capacidad de transformación en bestia pero con ciertas habilidades mentales más allá de la mera persuasión. 
Estos Antiguos fueron sacados a la luz pública debido a la irrupción de Tepes e incluso tienen cargos importantes en la sociedad británica, el gobierno o estamentos públicos. Entre ambas estirpes hay una especie de odio mal disimulado: unos consideran impuros a los descendientes de Vlad Tepes y los otros creen que son una versión actualizada de estos antiguos pomposos. 
Entre ambos, Newman crea nuevos clanes, como unos vampiros góticos, muy preocupados por su estilo y algo apáticos, que comienzan a proliferar por Londres, vestidos de negro y llenos de cruces...

El original y sus ucronías


Kim Newman construye la novela a ritmo de capítulos cortos, variando el enfoque entre personajes y situaciones. Una aproximación rápida y directa que quizás choque con el estilo del propio autor. Newman es un escritor de la vieja escuela, sin que esto se tome como una crítica, capaz de llenar capítulos con narraciones y descripciones, dejando los diálogos para otras situaciones. Esta característica no debe confundirse con el aburrimiento, ni mucho menos. Es, simplemente, un tipo de narración que a día de hoy parece estar en desuso, sobre todo si se trata del género de terror o fantástico. 
¿Clásica? 
Puede ser un buen adjetivo, si lo queréis simplificar así. 

"La era de Drácula" toma la forma de una historia cerrada en sí misma pero también es un primer vistazo a un concepto más amplio. Una primera toma de contacto con la historia alternativa que Newman quiere contar y quizás, eso puede lastrarla a la vista de algunos lectores y lectoras. 
El despliegue narrativo es bastante impresionante, la verdad, con tramos en primera persona a modo de diario, que recuerda al "Drácula" de Stoker, pasando por un detalle magnífico de Londres (si os apasiona la ciudad no os va a decepcionar...), con múltiples giros y locuras y unas escenas de acción impactantes, llenas de espectacularidad, sin escatimar en sangre. 
Newman, a pesar de su cercanía con las obras clásicas y de ser una novela escrita en 1992, no es ajeno a las problemáticas actuales y sabe, con una maestría envidiable, cómo introducir esas temáticas en la obra. 
Hablo, por ejemplo, de esa visión del vampirismo y la sangre como un ejemplo de la epidemia del VIH o de los problemas de la comunidad gay, mediante un edicto del propio Vlad Tepes que prohíbe, bajo pena de muerte, los actos de naturaleza impura. El miedo al totalitarismo, los fanatismos religiosos, las revueltas sociales..., todo tiene un hueco en la novela, con una actualidad que asusta.


Las seis novelas principales y una colección de relatos que conforman la serie Anno Dracula


En lo que brilla y fascina es en su uso de la cultura popular en forma de personajes y situaciones. 
El planteamiento de base ya deja a Drácula y al resto de personajes de la obra de Bram Stoker como ejemplo pero Newman va más allá, mucho más allá. No creo que se os haya pasado por alto que Cuchillo de Plata, el infame asesino, es una especie de Jack el Destripador, obvio, y hay muchos más ejemplos por el estilo. No quiero hacer destripes pero hay tantos que la lista sería larguísima y es un recurso magnífico que consigue retener la atención continua en la novela. Hay personajes de la literatura de la época pero también personajes de ficción modernos y más antiguos. 
Incluso figuras históricas reales. 
Todo ello utilizado con un cuidado, un conocimiento y una soltura envidiable, respetando las raíces pero sin tener miedo a tocar ciertas características. 
Si queréis un listado completo de personajes, en este enlace hay uno bastante exhaustivo que cuenta con la colaboración del propio Newman. 

Integral con las novelas de Genevieve dentro del universo Warhammer

Personajes hay muchísimos pero vampiros, más. 
Chupasangres de cualquier tipo, del cine o de la literatura, que hacen que la novela sea un magnífico tratado sobre la figura del vampiro en la cultura popular. 
Genevieve es, como decía, una de las protagonistas de la novela y es un personaje que sufre una evolución maravillosa durante la lectura. 
Y eso que "La era de Drácula" no es una novela tanto de personajes, más bien de situaciones. 
Con ella, con Genevieve, la vampira antigua, se genera otra situación peculiar. Ella es la protagonista de una serie de novelas ("Drachenfels", "Genevieve Undead", "Beasts in Velvet" y la colección de relatos "Silver Nails"), ambientadas en el universo Warhammer, escritas por el propio Kim Newman bajo el pseudónimo Jack Yeovil
Estas novelas fueron publicadas en castellano por Timun Mas entre 2001 y 2004. 
La protagonista es Genevieve y comparte parte del trasfondo pero no es exactamente el mismo personaje. Newman dice que son reflejos de diferentes dimensiones o su prima transdimensional. 
Así es el bueno de Kim Newman y sus mundos.



Hay lecturas que te pillan desprevenido, aún sabiendo que reúnen todos los elementos que te gustan. Libros que pasan años en tu pila de pendientes y se ven sepultados por novedades, necesidades, compromisos y esto hoy no me apetece
"La era de Drácula" aguardó su momento en silencio, sepultado en mi pila como Vlad Tepes cruzando el océano en el Demeter, hasta que llegó su hora.
Y bendita hora.

La obra de Kim Newman tiene todo lo que me gusta y esperaba de una obra así, pero elevado al cubo. 
La ambientación, los personajes, las referencias, las escenas de acción, la gloriosa sangre, el ritmo ágil pero pausado, todo, todo me ha gustado. 
Y soy muy consciente de sus defectos, ojo: un libro introductorio de un enfoque a más escala, la narración algo recargada, esa sombra de Drácula (libro y personaje) que no llega a manifestarse por completo, etc.

Edición clásica inglesa de bolsillo

Tampoco entiendo demasiado bien por qué autores como Kim Newman, con una producción más que interesante, un estilo propio y un acercamiento actual, pasan desapercibidos en las librerías, a editoriales y, por tanto, al público. 
Quedan 4 libros de la serie por publicar en castellano y varias colecciones de relatos. Newman, además, reseña cine de terror y tiene varias obras de no ficción sobre cine y series. 
Un estudioso del cine, de la cultura popular, del terror y de Drácula. 
La edición que ha caído en mis garras es la de Alamut de 2010, con traducción de Jaime de Marcos Andreu que parece ser la misma de las ediciones de Timun Mas de los años 1994 y 1999. No es mala traducción y sale muy airosa de la increíble cantidad de referencias así que, a día de hoy, la traducción no es ningún escollo para recuperar la novela.

A veces se me olvida que parte de mi misión autoimpuesta es conseguir que leáis las novelas y me comentéis vuestras impresiones. 
Con "La era de Drácula" tengo clarísimo el posible punto que decante la balanza: la novela de Kim Newman es pulp, es entretenidísima, victoriana, una ucronía del "Drácula" de Stoker con una dupla protagonista maravillosa (Genevieve y George), sabe usar el terror y la acción, tiene un fino sentido del humor y está plagada de referencias a la cultura popular. 
Es "Penny Dreadful" en novela, escrita décadas antes, y dejando por el camino una pizca de ese existencialismo del que hacía uso la serie. 
Pura diversión vampírica... y mucho más.

Yo voy a seguir navegando por la obra de Newman, a ver si consigo que se me pegue algo de su genialidad, al igual que un vampiro sorbe la sangre de sus víctimas.

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