viernes, 7 de junio de 2024

La casa de arenas movedizas - Carlton Mellick III / Orciny Press

Comienzo esta reseña a lo Pulp Fiction de Tarantino, con unas definiciones. 
Si nos vamos a la RAE y buscamos la palabra bizarro, nos encontramos con una acepción que indica que, tradicionalmente, ha tenido el significado de 'valiente, esforzado, lúcido, airoso'. Recientemente, y por influencias inglesas y francesas, ha adquirido el uso de 'raro, extravagante o fuera de lo común'.

Si vamos a la web de Orciny Press, leemos un decálogo sobre el bizarro como género literario, entre el que destaco que es el género de lo extraño, a veces es surrealista, a veces vanguardista, a veces ridículo, a veces sangriento, a veces al borde de la pornografía y casi siempre una ida de olla.
El bizarro no solo se esfuerza en ser extraño sino también fascinante, que haga pensar y sobre todo que sea divertido de leer.
Si juntamos ambas definiciones no parece que estén tan distanciadas. 
Hay extrañeza pero tambien valentía y lucidez. 
Es un campo extraño, capaz de manejar grandes conceptos, tener momentos grotescos y bañar cualquier escena con una capa de dulzura casi infantil.
Puñetazos de arco iris, piruletas de chinchetas. 
Estos son los mundos de Carlton Mellick III.


Título: La casa de arenas movedizas / "Quicksand House"
Editorial: Orciny Press
Traducción: Hugo Camacho
Ilustraciones: Laia Baldevey
Páginas: 268
Rústica con solapas

Esta es la historia de dos niños que no conocen a sus padres, aunque viven en la misma casa que ellos. Sueñan con el momento en que podrán abrazarlos por primera vez, pero parece que los padres nunca tienen tiempo para ir a verlos. Los niños saben que tienen que estar en algún lugar de la mansión que comparten con sus progenitores, pero tienen prohibido salir de la guardería en la que viven. Siempre les han dicho que si la abandonan, sus vidas corren peligro.

Durante un tiempo, las cosas van bien: tienen una niñera que los cuida y unas máquinas les proporcionan todo lo que necesitan… Hasta que un día pasa algo que los obliga a abrir la puerta y adentrarse en los pasillos oscuros de una casa que les es ajena, para desvelar los misterios que rodean su propio pasado y el mundo en el que han creído vivir.

La casa de arenas movedizas fue la primera novela que se tradujo al español de Carlton Mellick III, instigador del género bizarro y una de las mentes más retorcidamente divertidas de la literatura actual. En su obra más personal, este autor de culto introduce las constantes que lo han hecho granjearse una legión de seguidores (personajes extraños, situaciones que coquetean con el absurdo, y tramas impredecibles) y les da la vuelta para crear una obra tan tierna y sincera como aterradora.

Mellick ha sido galardonado con el premio Wonderland de bizarro, y en 2013 el diario The Guardian lo situó entre los veinte mejores autores de ciencia ficción de menos de cuarenta años.


Creo que he contado esto más veces pero no pasa nada, me repito que creo que es importante. Cuando preparo una reseña, generalmente, me pongo a ello según termino la lectura, con las ideas frescas. Solo en alguna ocasión especial dejo que esas ideas maceren, maduren, dejando el tiempo y espacio necesario para saber cuánto y cómo me ha gustado la lectura.
La casa de arenas movedizas es uno de esos casos. 
Cuando terminé la lectura me quedé con una idea excelente, conforme y satisfecho pero, con el paso de las semanas, esa sensación ha ido en aumento. 
Y no suele ser una cosa habitual en mi.
Me estaré haciendo mayor, quién sabe.

La novela de Carlton Mellick III arranca haciendo uso de la mayor extrañeza posible.
Habéis leído el argumento y ya sabéis algunas cosas pero comprobar cómo el autor va construyendo la historia es otro cantar.
Pulga y Polly, su hermana mayor, viven en una zona muy delimitada de una gran mansión, con las atenciones de la Tata Warburough, su cuidadora. Una guardería de la que solo salen, de manera muy especial, para ir al colegio, ya que tienen prohibido explorar el resto de la casa.
Y esa prohibición conlleva la imposibilidad de conocer a sus padres.
Estos progenitores, a pesar de vivir en la misma casa, nunca pasan a verlos, a consolarlos, a darles cariño, etc. 
Tienen juguetes, tienen comida suministrada por unos eficientes robots y también tienen normas; normas que surgen del miedo a lo que acecha más allá de los límites permitidos, en los oscuros pasillos de la mansión. El mundo que conocen comienza a degradarse, poco a poco, hasta que su última salida va a ser lanzarse a lo prohibido...


Cubierta de la edición anglosajona

Mellick III tiene una capacidad asombrosa para construir, para añadir grandes ideas bajo la forma de los detalles más pequeños. 
No suelo hacer spoilers, ya sabéis, pero esta novela merece ser diseccionada y comentada hasta sus características más esenciales porque todo tiene significado. 
Un libro excelente para un club de lectura, añado.
A lo que iba.
El marco general lo tenéis ahí detallado: una hermana mayor y un hermano pequeño, nula conexión con el mundo más allá de sus límites permitidos, una figura (casi maternal, una abuela) de cuidado y control, los recursos básicos para confort y alimentación y unas restricciones basadas, principalmente, en el miedo. Todo se viene abajo y nuestros protagonistas deben romper con todo lo que creen conocer para sobrevivir. 
¿A qué se parece esto?
Pues a cualquier cuento infantil clásico, por supuesto. Desde Pulgarcito a Hansel y Gretel, pasando por Alicia en el País de las Maravillas. 
Pero eso está muy visto, muy sobado. 
Una de las características del bizarro es llevarlo a un extremo, mover las tramas por los caminos de la extrañeza y Carlton Mellick III construye un universo enorme para ubicar la novela. Una creación que va sumando detalles poco a poco, en unos primeros capítulos que desubican al lector, lo deslumbran con esa extrañeza, pero que logra tomar forma hasta ser creíble.
Creíble y aterrador, por supuesto.

La casa de arenas movedizas tiene alma de coming of age, de novela de paso de la fase infantil al absurdo mundo de los adultos, y uno de los principales problemas de este tipo de novelas es el enfoque.
Bueno, más que el enfoque, que la visión de los jóvenes personajes protagonistas sea creíble y funcione. 
Pulga y Polly, aunque están en fases de crecimiento diferentes, tienen una visión de su mundo que resulta ser la única a ojos de las mentes lectoras. 
No solo eso, si no que te quedas atrapado con ellos, sufriendo, luchando y descubriendo todo al mismo tiempo que ellos.
Y eso, obviamente, no es nada sencillo.
No lo sería tratándose de una novela (abro comillas enormes) normal así que imaginaos en el mundo bizarro que plantea La casa de arenas movedizas.

La historia de Polly y Pulga no se queda ahí, en una historia extraña de un niño y una adolescente que alcanzan a ver el mundo de los adultos, que ya sería suficiente, si no que Mellick III llena toda la lectura de un montón de ideas brillantes. 
No os voy a contar demasiado, por aquello de los spoilers, pero hay elementos cercanos al terror en todo lo relativo a las extrañas amenazas que surgen en la oscuridad, en los pasillos prohibidos de la mansión. También hay cambios corporales a ritmo casi de posesión,  monstruosidades inexplicables y tensas persecuciones. 
Pero el toque brillante de esta obra, y la chispa que hace de Carlton Mellick III uno de los autores más interesantes de la actualidad, reside en todas aquellas ideas que reflejan nuestra sociedad actual.
Utilizando el mundo creado y la capa de bizarro a modo de lente deformada, Mellick III pone temas como la infancia y sus cuidados, la adolescencia y el despertar hormonal, la incongruencia del mundo adulto, el capitalismo fuera de control, los estratos sociales, el control de las masas, la ciencia al servicio del dinero, el miedo o la educación. 
Una larguísima cantidad de temas, algunos tratados en profundidad y otros como pinceladas.


Cubierta de la primera edición de Orciny Press.


Carlton Mellick III se presenta como un creador sin ataduras, con un estilo directo, que requiere que tengas la mente abierta y maleable ante cualquier situación que te quiera plantear
No hay que dar nada por sentado, hay que dejarse llevar y esperar a que las ideas vayan encajando unas con otras, por extrañas que parezcan, hasta que el motor tenga todas las ruedas dentadas en su sitio y comience a funcionar.
No se me ocurre una mejor entrada al mundo de lo bizarro, con esa extrañeza, la valentía de los planteamientos y los temas, la violencia, el terror y una buena dosis de ternura y sentimientos, tanto en los inolvidables Polly y Pulga como en parte de su desenlace.
La edición de Orciny Press, segunda edición en mi caso, tiene unas ilustraciones de personajes a cargo de Laia Baldevey en el arranque de algunos capítulos y una traducción de Hugo Camacho muy directa, bien resulta, aunque me pareció muy pegada a ciertas estructuras del inglés original.
Ah, y una genialidad de cómic como epílogo a cargo del propio Mellick III.


Mi compinche Antonio (Pesadillas recurrentes en los mundos digitales) llevaba meses recomendándome este libro.
Y no le hacía caso.
Bueno, le hacía caso pero no en ese momento. 
Hasta que caí en la trampa.
Gracias, Antonio.
La casa de arenas movedizas ha sido mi primera incursión en los mundos de Carlton Mellick III y del bizarro pero no va a ser la última. 
Una novela que atrapa con esa extrañeza casi infantil, para ir oscureciéndose, añadiendo capas de significado, de ideas, pero sin perder el enfoque, la intensidad o esa mezcla entre dulzura y terror.
También toca todos y cada uno de los temas que me interesan, aterran y preocupan. 
Temáticas que deberían preocuparnos mucho más, muchísimo más. 
Confieso, también,  que su final me dejó descolocado, quizás lo percibí algo edulcorado
Un eco del cínico sistema en el que vivimos, supongo. 
Después de madurar la novela unas semanas, creo que no se me ocurre un mejor cierre para una obra así. 

Un libro y un autor necesario en estos extraños tiempos, un tipo capaz de sacarte una sonrisa, aterrarte y que te caiga una lágrima en el transcurso de un puñado de páginas
Una mente privilegiada, con una visión muy particular y que ha encontrado un refugio en el bizarro para dar rienda suelta a todo su mundo interior.
Estoy contando los días para seguir leyendo su obra.

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