lunes, 26 de mayo de 2014

Higadillos revueltos

Y así como vino,se fue la segunda temporada de Hannibal.



Tengo que ser sincero: no es una serie para todo el mundo, ni para todos los estómagos. Se le puede tachar de lenta, pedante, liosa, algo tramposa... Pero estos adjetivos no la lastran en ningún momento, terminando la temporada de manera magistral.

¿Por que merece un puesto alto en mi molómetro?
Vamos a despedazarla.



Tiene un mérito enorme que sepamos como va a discurrir la historia y nos enganche. Se basa en las películas y, sobre todo, en El dragón rojo de Thomas Harris,primera novela de la saga, pero la serie da un rodeo y complica mas la historia. Se gana un plus de truculencia, de mala leche y de jugueteos psicológicos malsanos. Bryan Fuller pone toda la carne en el asador y sin tapujos, se lanza a construir historias y conexiones nuevas. 

Apartado visual y musical muy potente. Elegante, inquietante, muy rompedor.

 

El grupo de protagonistas, todos ellos impecables, empezando por Mads Mikkelsen como Hannibal Lecter, brillante en el final de temporada y siguiendo por Hugh Dancy como Will Graham, estableciendo una relación que evoluciona capítulo a capítulo, en una dirección imposible.

Es una serie para ver con el estómago vacío y los oídos despejados. Tiene unos diálogos poderosos,a veces indescifrables, casi crípticos, que soportan parte del peso de la serie.
Pero como buenos aficionados a la casquería, las escenas de crímenes se llevan la palma. Asesinatos imposibles, barrocos, tremendamente complejos y llenos de matices, que aparecen en cada capítulo, complementados por los extraños platos de comida que prepara Hannibal.



Un diamante en bruto, una gran serie salpicada,quizás, por su injusto papel de precuela forzada. 

Dejad que os atrape.