Al menos, para mi.
Cada vez me atraen menos las novelas con temática galáctica, las movidas espaciales, con sus naves, batallas, ciencias al límite, complejísimos sistemas sociopolíticos y sagas larguísimas.
Pero hay veces, contadas ocasiones, en las que derribo esos prejuicios autoimpuestos y, digámoslo, sin fundamento, para lanzarme a los brazos de una buena epopeya estelar.
Una memoria llamada imperio es el debut de Arkady Martine y tiene mucho de lo que me gusta y poquito de lo que no: una space opera repleta de secretos, investigación, grandes personajes, un juego maravilloso entre el lenguaje y su significado, identidades afectivas y conflictos políticos.