Un día se ilumina el cielo o se oscurecen los mares y surge un tornado, un volcán entra en erupción, caen lluvias torrenciales o un terremoto destruye zonas enteras.
Así, casi sin avisar.
Los fenómenos literarios comienzan con una ligera presencia en redes, una serie de comentarios, recomendaciones y de ahí, de forma exponencial, aparecen por todos los sitios y listas posibles.
Es trabajo nuestro, como público, alejarnos de ese hype y ser conscientes de que esas obras, en la mayoría de ocasiones, no se han creado para convertirse en un fenómeno.
Teseo en llamas es uno de los libros con más presencia del año, después de ser ampliamente recomendado y premiado.
La novela de Beatriz Alcaná se ha convertido en un tifón, casi sin quererlo.
Va sobrada de cualidades y méritos para serlo, la verdad, con una historia de una peculiar familia, ambientada en el Madrid de los años 50, y un buen puñado de oscuros secretos.
Título: Teseo en llamas
Autora: Beatriz Alcaná
Editorial: Ediciones del Viento, 2024
Páginas: 274
Rústica con solapas.
En el otoño de un 1950 lluvioso y sombrío, Berta, una muchacha de diecinueve años, llega a Madrid para trabajar como manceba en la farmacia de un tío suyo al que no ve desde hace años. Lo hace tratando de escapar de un ambiente opresivo, pero lo que encontrará con esa nueva familia, de la que en realidad sabe muy poco, será aún más atroz.
Poco.
Muy poco.
Justo es eso lo que os recomiendo que sepáis antes de lanzaros a las páginas de Teseo en llamas.
La novela de Beatriz Alcaná nos deja en el Madrid de la década de 1950 de la mano (y voz) de Berta.
Berta escapa de una vida en el pueblo controlada por las exigencias y abusos paternos, un camino sin salida que encuentra una válvula de escape en un tio lejano, farmacéutico en Madrid, que le ofrece un trabajo como manceba.
Pedro, ese tio de la capital, disfruta de una buena posición y una familia reconstruida, ante las tragedias que sucedieron hace tiempo.
Y, ¿el resto?
El resto está escondido entre las páginas del libro.
No soy especialmente consciente de la importancia de un buen inicio de libro. Ya se que siempre se dice, es un detalle muy estudiado y demás.
No soy consciente hasta que tengo uno enfrente, claro.
"Quién fuera yo es lo de menos. No era nadie. No era nada. Pero estaba a punto de entrometerme en las vidas de otras personas. Esas vidas fueron todas miserables. Y aun así la historia que importa es la suya. La mía no vale nada. Pero la suya, la de ellos... Esa historia es increíble.Entonces no tenía a quién contársela; por eso la cuento ahora."
Asi empieza Teseo en llamas y con apenas ese puñado de lineas, ya tienes una idea clara de lo que te espera.
Esta novela ha sido mi primer punto de contacto con Beatriz Alcaná, no me he embarcado, todavía, en el viaje del Echidna (gratis en Lektu) pero zambullirse en el libro es caer en las redes de una escritora de primer nivel.
Una forma de escribir de corte clásico pero siendo consciente de que debe actualizar parte de los contenidos; una novela narrada por una escritora a la que le apasiona contar historias.
Y eso, se nota.
La novela está narrada desde el punto de vista de Berta, en su mayoría, utilizando una voz en primera persona.
Este punto de vista se completa con una serie de capítulos que exploran hechos pasados, en tercera persona.
La forma de narrar ayuda al ritmo y a la construcción de los personajes. Berta, que cuenta la historia desde un punto del futuro, se presenta como una joven inexperta, agradecida ante de oportunidad de salir de la prisión de su pueblo y familia. Conoceremos al resto de personajes desde su visión, salvo en esos interludios que comentaba.
Esa forma de narrar, en primera persona, ayuda a tener un ritmo fluido, ágil, que se mantiene hasta el final, salvo algunas excepciones.
Teseo en llamas es una historia costumbrista, con toques históricos... y de terror.
Si, de terror.
Con el terror, a veces, nos pasa como con el picante: toleramos grandes dosis, casi bárbaras, y no nos damos cuenta. Luego, cuando probamos unas alitas que pican un poco menos, hinchamos el pecho y decimos aquello de ¡esto no pica nada!
Pero, para otras personas, es un picor del averno.
Pues con el terror, igual.
Vemos y leemos tantos pasajes terroríficos que muchas veces no sabemos dónde tenemos el nivel.
La novela de Beatriz Alcaná tiene un uso del terror en apariencia sutil, ambiental a veces, que casa a la perfección con su ejercicio de literatura más clásica.
Casi gótica.
O sin el casi, vamos.
Hay dos o tres pasajes que encajan a la perfección en ese modelo y he de decir que, pese a que creo que tolero muy bien el picante, agradezco probar platos con menos fuego del infierno.
Hablaba de literatura de corte más clásico, casi gótico, y ese es el estilo y la estética que usa Beatriz Alcaná. Un ejercicio narrativo y estético, para que funcione, requiere de una sólida base de referentes.
Vamos, que se nota que Beatriz sabe mucho y ha leído mucho.
Eso, además de en la construcción de la novela, se percibe en lo implícito del texto, en esos temas que arañan las páginas desde detrás de las letras, dejando las marcas en la superficie del papel. El uso de la familia y el hogar, algunos rituales, pasajes bélicos..., elementos clásicos, si, pero muy bien utilizados.
No todo debe (ni puede) ser positivo. Teseo en llamas tiene algunos aspectos que me han gustado menos, aunque su presencia sea entendible.
La novela acusa un ritmo algo irregular. Hablaba de unos pasajes que suceden en el pasado y son muy necesarios pero algunos se estiran demasiado, deteniendo la historia en exceso, sintiéndose muy alargados. Es entendible y está justificado porque crean una atmósfera y una ambientación histórica pero los sentí demasiado alargados.
Otro punto que no terminó de convencerme es su final.
Comprendo que esos finales rápidos forman parte de la esencia de novela gótica que baña la novela pero me ha parecido demasiado veloz. Muy bien cerrado, pero a una velocidad excesiva.
¿Es Teseo en llamas un fenómeno literario?
Si, lo es.
Y utilizando la mejor acepción posible del término.
La irrupción de Beatriz Alcaná es un soplo de aire fresco, una aparición que viene desde abajo, desde el trabajo duro, los premios literarios, la celebración de las raíces clásicas y las historias bien escritas.
Una historia costumbrista, con un uso muy acertado del terror y de cierta figura clásica del género, con una estructura fabulosa que ayuda a construir un esquema de los hechos poco a poco, paso a paso y un eco de fondo que habla sobre la sociedad de posguerra sin caer en tópicos, en las herencias y cargas familiares, en la libertad, en la identidad afectiva, en las relaciones tóxicas... y en la cultura clásica.
A ver si os pensáis que el título del libro está puesto al azar.
Beatriz Alcaná forma parte de una generación de autoras noveles tremendamente formadas (incluyo a J.V. Gachs, por ejemplo), que se nota que hay leído y visto mucho, tanto modernos como clásico, y que utilizan todo ese conocimiento en sus obras de una manera muy inteligente, sin miedos ni complejos.
Crecen bajo la protección y la sombra de otras figuras como pueden ser Mariana Enríquez u otras escritoras latinoamericanas y se pueden encontrar ciertas experiencias similares al leer sus libros.
Teseo en llamas es una novela excelente y además cumple una función muy importante: puedo recomendársela a casi cualquier perfil lector. Eso no es nada sencillo, tratándose de una novela que se baña en las sombras de terror. Creo que la última que me causó una situación similar fue Gótico ("Mexican Gothic") de Silvia Moreno - García.
Así de buena es.
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