lunes, 6 de junio de 2022

Reseña de "Inanición" - Daria Pietrzak / Dilatando Mentes

"Inanición".
Daria Pietrzak.
Vaya movida...¿Cómo empiezo yo esta reseña?
Quizás, y para hacer una entradilla contundente, debería remarcar que la nueva novela de Daria Pietrzak es un disfrute para las mentes aficionadas al terror y va a ser una de mis mejores lecturas del año, tanto de género como en general, seguro. 
También hay que comentar algo más del paseo que he dado por San Nicolás, ese pueblo polvoriento y no tan vacío. 
Creo que he conseguido salir de sus muros de piedra. 
Creo. 


El argumento. 

Silencio.
Paz y tranquilidad. 
Hay lugares en este mundo que no deben ser molestados, con caminos enterrados bajo el polvo que es mejor dejar atrás y recuerdos que deben descansar para siempre, sepultados bajo una capa de tiempo, donde nadie pueda encontrarlos jamás. Lugares olvidados que aúllan con un hambre voraz, donde los fantasmas bailan bajo la luz y las sombras visten el mundo con un manto de realidad.

Son lugares como San Nicolás, que enterrados entre sus raíces, en las profundidades de una tierra en la que nunca penetra la luz del sol.

Son secretos que caminan por sus calles cuando llega la oscuridad, con los dientes afilados y el estómago vacío, ansiosos por saciar su apetito con la carne de todo aquel que se atreva a traspasar el umbral.

Truenos y relámpagos. 

Decía que no sabía la manera de enfocar la reseña, así que voy a tirar por un clásico: el histórico.
"El morador" llegó, casi sin avisar, en 2021. Una novela de una autora que desconocía, dentro del excelente catálogo de Dilatando Mentes, con una misteriosa portada y un argumento intrigante.
Y vaya, menuda sorpresa: estilo propio, una estructura sorprendente y terror. 
Terror del bueno. 

Daria Pietrzak se presentó como un trueno, sin relámpago. Con contundencia, potencia y esa mezcla equilibrada de clasicismo y modernidad. 
Luego, personalmente, rescaté su colección de relatos cortos ("Cuentos extraños") y ahora llega "Inanición", otra vez de la mano de Dilatando Mentes

Me lancé a los brazos del libro nada más que cayó en mi mano. 
Y claro, empiezan las dudas. 
"El morador" fue una gran lectura pero, ¿estará "Inanición" al mismo nivel? 
Y eso lo pensaba yo, así que no me puedo imaginar los nervios de Daria Pietrzak. 

No había leído ni la sinopsis de "Inanición" cuando me puse con él. Así de fuerte confío en la autora y en la editorial. Algo de un pueblo, cosillas de su portada, etc. Y, como casi siempre, mejor así. 
El libro arranca con un prólogo brillante, un preludio a la gran tormenta que va a azotar San Nicolás, el pequeño pueblo tan genérico de la geografía española. 
Luego, Daria comienza a jugar con nosotros. 
Aparecen Lucas y Sam, tan jóvenes, tan desesperados, tan apetecibles para San Nicolás. 
Y ahí comienza la pesadilla. 

De la mano de la oscuridad. 

Ya os había confesado mis dudas de si repetiría el triunfo de "El morador". Bueno, pues las dudas saltaron por los aires en apenas unas páginas. Incluso en unas líneas, si me apuráis. 
"El morador" arrancaba con una estampa luminosa, positiva, para luego iniciar el descenso. 
"Inanición" ya comienza en medio de ese pozo... para seguir bajando. 

El libro se divide en 3 partes, 3 días con sus noches, y algunos capítulos extra que descubriréis con la lectura. En esta ocasión, Daria utiliza unos capítulos cortos, ágiles, que favorecen la lectura. Y aquí, justo en este punto, se puede poner encima de la mesa uno de los puntos fuertes de la autora: su estilo

Algunos vecinos contaban que habían visto vagar a los pequeños en plena noche, cuando los demás niños y sus mayores descansaban al resguardo de sus hogares. En el silencio que sigue al crepúsculo se podía escuchar el golpeteo de sus pies descalzos correteando sobre la tierra del camino, persiguiendo una pelota cuyo sonido despertaba ecos entre las calles desiertas, escalando los muros de los patios y trepando por los tejados inclinados, reptando por encima de las cabezas de sus desprevenidos ocupantes. Durante las horas de sol se ocultaban de la vista de los transeuntes, acechaban entre la penumbra de los estrechos muros de sus calles, moviéndose en silencio de una sombra a la siguiente, persiguiendo con el trote de una hiena los pasos de algún solitario hasta el umbral de su casa, obligándole a acelerar el paso, pero sin desvelar su oculta intención. Todo eso se contaban los unos a los otros, y lo creían, aunque sabían que no podía ser verdad.

Daria Pietrzak tiene, como escritora, un don. O una marca personal, si preferís verlo así. Escribe de una manera, digamos, peculiar. 
Me explico: en estos tiempos de thrillers televisivos, de redes sociales con caracteres limitados, de frases cortas y diálogos cortantes (ojo, que no tiene nada de malo) , Daria construye su narración con frases largas, llenas de descansos, respiraciones e ideas sumergidas. Una forma de narrar atmosférica, rica en descripciones y contenido (implícito y explícito) que hacen que los diálogos, aunque muy presentes, pasen a un segundo plano. 
Unas frases con un sentido y estructura casi musical, que te atrapan, te sumergen en su ritmo hasta el final. 

La suma de capítulos cortos y estilo hace que la lectura de "Inanición" fluya, quizás de una manera superior a "El morador". Pero Daria no se conforma con eso y ejecuta otro truco, alterando los puntos de vista de cada capítulo, bien delimitado por los títulos de los mismos. Así, veremos a Lucas en una narración en tercera persona o a Sam, en primera persona. 
Un ejercicio de estilo que tiene su propia justificación y que enriquece la lectura. 
Daria ya había jugado con la estructura en "El morador" pero aquí ejecuta una idea diferente, a ratos parecida, y que añade un nivel superior. 




Terror... Y punto. 

"Inanición" es una novela de terror. 
Bien. 
Esto ha sido fácil. 
De terror. 
Punto. 
No hay medias tintas, no hay giros hacia otros temas. No hay personajes que malinterpretan los extraños mensajes que llegan de luces que se apagan o cuadros que se mueven para alertar a nuestros protagonistas de que sus huesos necesitan un descanso eterno y asi, dormir en paz eternamente. 
No. 
Aquí pasan cosas. 
Y cosas chungas. De la página 1 a la última. 
Parece sencillo encontrar una novela actual de terror, pero no suele ser tan común. Los géneros fluyen y a veces, se toman giros que llevan las historias por otros caminos. 
Daria Pietrzak toma el camino polvoriento de San Nicolás desde el principio y no lo abandona hasta el final. Eso tampoco quiere decir que sea un recorrido lineal: el terror (y esta autora) tiene la plasticidad suficiente para soportar cualquier idea. 

"Inanición" podría ceñirse a un terror rural, ya sabéis, de pueblos vacíos, historias antiguas, algo de folclore y supersticiones. San Nicolás es un pueblo detenido en el tiempo, lleno de polvo diurno y ceniza nocturna, cruzado por mil cicatrices invisibles. 
Lucas y Sam, la joven pareja que decide buscar allí un nuevo comienzo, añade una capa más. Un terror casi social, actual, construido en base a las relaciones de pareja, los deseos y anhelos conjuntos, el egoísmo, las expectativas... 

Pero, para Daria, dos facetas de terror son pocas y añade al cóctel un buen puñado de imágenes e ideas. En las páginas de "Inanición", cualquier elemento sirve para generar una respuesta terrorífica: unas chapas, una azada oxidada, unos pasos, un balón, una vieja radio, etc. 
Todo causa un efecto en las mentes lectoras, es una máquina de generar escalofríos. 
Tema aparte son los habitantes de San Nicolás, reflejados en unos niños encantadores (Jacinta, una ricura...) y en familias como los Jasper, que construyen parte de la mitología de la novela. 

Colección de escalofríos. 

Siempre me gusta añadir algunas referencias o ideas que pillo en los textos pero con las excelentes ediciones de Dilatando Mentes (mención aparte para los acertadísimos prólogo y epílogo de Jesús Gordillo y David Calpa), esa tarea ya viene hecha. Siempre añaden un apartado al final cargado de imágenes que ponen de manifiesto esas raíces. "Silent hill" y algunas películas pero, personalmente, a mi también me ha llevado a otros lugares. 
"Inanición" y alguno de sus ambientes también me ha recordado a "El espinazo del diablo", el film de Guillermo del Toro y, sobre todo, me ha llevado, en su segmento principal, a Amityville (en muchas de sus versiones) y a "El resplandor" de Stephen King. 

Pero el tono general me transportó a una partida de rol o a un juego inmersivo, de esos en los que vas perdiendo cordura paso a paso. Aunque aquí nunca hay cordura y lo único que puedes perder es la vida. 

Y vuelven a estar presentes muchos de los temas propios que Daria Pietrzak presenta en sus narraciones: los cambios de domicilio, conflictos de pareja, la vida propia de los lugares y las casas, la infancia, el mal absoluto, el pasado... 




En definitiva. 

"Inanición" me ha encantado, convencido y aterrado, desde la primera página hasta la última. 
Y no era fácil: "El morador" ya había dejado el listón muy alto. Daria Pietrzak se confirma con una segunda novela que asegura sus cimientos y además, corrige parte de los pequeños defectos que tenía su trabajo anterior. 
Incluso se atreve a dar un paso al frente en cuestiones de narración y estilo, la muy desvergonzada. 
Toda una evolución, tanto en estilo como ejecución. "Inanición" es tan parecida a "El morador" como diferente y ahí reside gran parte de su acierto. 

Una novela muy bien escrita, de una forma peculiar, sin detenerse en ninguna página, siempre avanzando en ese descenso al pozo del infierno de San Nicolás, el pueblo en el que todos estamos encerrados, bajo una lluvia de densa ceniza. Casi como escamas de piel muerta. 
Así es una de las novelas de terror del año
No vais a poder escapar antes de que anochezca, pobres criaturas. 



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