¿No?
¿Estáis seguros, estáis seguras?
Quizás sea porque no necesitáis verlo, pero Mark y sus colegas lo ven y les parece un sitio inmejorable para echar un cigarro adolescente.
Un refugio, "Un refugio para los condenados" como reza el título, sobre todo para Mark, un lugar para cobijarse en una fase vital complicada y que da pie a una excelente novela de terror.
Mientras busca un lugar apartado en el que fumar a escondidas con sus dos mejores amigos, el siempre problemático Mark descubre un misterioso cobertizo en un campo de las afueras de su barrio.
Siempre ajeno al mundo que le rodea, alienado de sus padres y compañeros, Mark encuentra en aquella construcción una vía de escape mayor que con cualquier otra cosa que haya experimentado antes.
No pasará mucho tiempo antes de que el lugar comience a revelar su extraña y poderosa esencia, y deje al descubierto que quiere algo a cambio del refugio que le proporciona.
"Un refugio para los condenados" no es solo una novela de terror de ritmo despiadado, sino también un estudio sin concesiones de la violencia suburbana y la rabia adolescente.
Editorial: Dilatando Mentes
Autor: Mike Thorn
Cubierta: Raúl Ruiz
Traducción: José Ángel de Dios
Corrección del texto: Aine
Páginas: 244
Precio: 20,95€
Tapa blanda con solapas.
Resulta muy sencillo dejarse llevar por "Un refugio para los condenados". Comienzas la lectura y, en apenas un suspiro, habrás devorado sus 240 páginas.
Bajo su aparente sencillez, sus múltiples referencias y una interesante mezcla de estilos, se esconde un oscuro pozo casi infinito. También depende de hasta dónde estéis dispuestos y dispuestas a descender.
Pero vayamos paso a paso.
Mark, Scott y Adam son tres adolescentes de cualquier cuidad mediana norteamericana. Instituto, actividades, hormonas en ebullición, sensación de no encajar y un futuro que no termina de llegar. También tienen un refugio ocasional, un viejo cobertizo que no siempre está ahí pero que les sirve para echar un cigarro a escondidas. Sobre todo a Mark, que es una máquina de atraer y generar problemas.
Y ahí, bien pegada a la sombra de Mark, es justo donde Mike Thorn pone la mirada.
Mark no encaja en casi ningún sitio y tiene problemas, incluso problemas psicológicos por ciertas cosas que parece que pasaron. Su madre está preocupada y su padre no sabe acercarse a él, así que Mark solo tiene sueños, pesadillas, a sus amigos y su refugio.
Nada más.
Es complicado ser Mark aunque, siendo sincero y hasta cierto punto, todos hemos sido Mark en algún momento.
Fumas, armas jaleo, nadie te entiende y odias un poco al mundo, en general.
Mike Thorn usa esa leve distancia para atraparnos en su relato desde el principio, ir tejiendo la trama y luego iniciar una necesaria aunque ya imposible, separación emocional con Mark.
Mike Thorn utiliza un estilo rápido y directo, una falsa sencillez entre el guión cinematográfico y la narración directa, que termina por evolucionar en algo más abstracto en su tercio final.
Parece sencillo pero no lo es.
Thorn no escatima en descripciones rápidas y ágiles pero tampoco le tiembla el pulso a la hora de lanzarse a terrenos más desconocidos. Lo mismo sucede con los diálogos, parte esencial de la novela. Adolescentes hablando como adolescentes, nada fácil.
En el ritmo es, quizás, donde flojea un poco. Algo irregular, a ratos pausado, otros acelerado, aunque la sensación final sea buena.
El cobertizo era un monticulo incoloro de cosas indeterminadas. No era muy grande, pero tampoco era muy pequeño. Tenía un aspecto insondablemente acogedor, vacío e intacto en ausencia de luz. En un primer vistazo, era intrinsecamente bello, tan hermoso como pueda serlo un pájaro muerto. Necesitaba mirarlo, aunque de alguna manera sabía que había que dejarlo al margen. Dejar que se desvaneciera en el suelo.El cobertizo no era solo un lugar de encuentro; no era solo un refugio para las bromas subidas de y el humo de los cigarrillos.No, era algo más.
Mark y sus dos amigos son nuestros protagonistas y Thorn los maneja a su gusto. Mark, como personaje principal, es un chico complicado, lleno de aristas, un vaso de cristal roto que han intentado volver a pegar pero al que le faltan esquirlas y se agrieta cada vez más, página a página, filtrando al exterior la oscuridad que mora en él.
A veces empatizas, otras te resulta indescifrable y algunas veces le odias.
Sus amigos son caras distintas y ahí reside otro de los puntos fuertes del libro: la impronta parental.
¿Somos reflejo de la educación de nuestros padres y madres?
Tema complicado, sin duda.
Thorn toma parte de ese eterno dilema para construir al trio adolescente protagonista. Son tres chicos, en un entorno socioeconómico similar, pero con tres tipos de familia distintos, tres modelos parentales diferentes.
Desde la sobreprotección a la violencia explícita, pasando por la indiferencia o la violencia implícita. De la cálida confianza a la fria indiferencia. Thorn araña el yeso de las paredes para echar un vistazo dentro de los hogares, de las miserias de cada familia y así dar forma a los protagonistas.
Lo mismo con el Instituto, el entorno educativo: un poco de bullying, conflictos no resueltos, malas soluciones, etc.
La cabaña, el refugio, también funciona como metáfora de todo lo que le falta a Mark: un hogar y un instituto como a él le gustaría, sin falta de pintura ni lujos, un lugar al que acudir, en calma, y estar con sus amigos, con su oscuridad.
Y de ahí, de lo físico, tangible y cotidiano, a lo mistico del refugio. Una construcción que está sin estar, que Mark necesita frente a un mundo que no le encaja y que esconde sorpresas. Thorn utiliza algo tan sencillo y usado en la literatura de terror para actualizarlo, casi cayendo en los terrenos del creepypasta, y coquetear con el horror cósmico y el weird, con ideas que asustan, de verdad.
También está ahí el límite que cada mente lectora quiere poner a la novela, quizás no funcione para todas pero a mi me convenció.
¿Existe el refugio o la necesidad de Mark hace que exista?
La respuesta os la dejo a vuestras mentes.
"Un refugio para los condenados" es un peculiar coming of age, oscuro y deprimente. Mike Thorn construye la novela a base de diálogos y descripciones, a ratos rozando lo cinematográfico, con un ritmo pausado pero continuo.
La historia, en su último tercio, se lanza a profundidades oscuras, con toques de horror cósmico y weird, rematando su construcción de obsesiones adolescentes, relaciones paterno filiales y psicología juvenil.
Esa extrañeza, la fijación obsesiva, casi adicción, me ha recordado, salvando las distancias, al "Cero" de Kathe Koja, editado en castellano por La Biblioteca de Carfax, aunque mucho más accesible.
Otro acierto de Dilatando Mentes (...y van), desde la estupenda portada de Raúl Ruiz hasta por la habitual traducción de José Ángel de Dios (corrección de Aine), la edición en tapa blanda o su miscelánea final, que hace fácil construir una reseña (o difícil, al plasmar ahí parte de mis ideas...)
Comencé 2022 con la lectura de "De hogares de acogida y moscas", de Chad Lutzke y terminé el año con "Un refugio para los condenados", dos coming of age que parten casi de una base similar pero con caminos divergentes. Bueno, más opuestos imposible.
Si terminas la novela de Lutzke cargado de luz y esperanza, la de Thorn te introduce en una oscura y desvencijada cabaña, encerrado por dentro, con un agujero para ver las vidas felices de los demás, que no la tuya.
Coming of age / Casa encantada / Horror cósmico / Weird / Familia / Acoso escolar / Problemas psicológicos / Creepypasta / Nick Antosca / "Channel Zero: The no-end house" / Tulpas / "The empty man" /
Me gustan mucho los libros de esta editorial y este en concreto pega fuerte. Un abrazo y feliz año
ResponderEliminarNo creo que falles con este libro, si ya estás familiarizada con el estilo de la editorial. ¡Feliz año!
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